A vos que estás leyendo en este momento, hacé una pausa, cerrá los ojos y pensá en un color: ¿qué te hace sentir?¿Bien, mal, por qué crees que apareció?
Nada es por casualidad y todo, todo el tiempo nos está diciendo algo. Los colores que te gustan y los que no, incluso la oscuridad (que se podría decir que es de color negro) te está diciendo algo que podría ser bueno o no. Eso dependerá de cómo te estés sintiendo, qué emociones estás manejando, cómo está tu corazoncito y los pensamientos que rondan en la cabeza.
Si es algo negativo, recordá que podés llevar eso negativo a algo positivo, bueno, que eleve tu frecuencia, tu manera de sentir. Incluso podés cambiar tus pensamientos.
Va a costar, pero todo lo que te traiga paz, armonía, tranquilidad y alivio, lo vale.
Para mí ser feliz es sinónimo de estar en paz, caminar liviano, andar fresca, disfrutando de mi día. Así que podés cambiar lo que sientas. Es tu elección… ¿cómo? Primero, reconociendo eso que te molesta o no te gusta; segundo aceptando, para poder fluir; y tercero, perdonando.
Las experiencias por las que nos tocan vivir siempre tienen un “para qué” que nos lleva a un aprendizaje. Si, en cambio, nos hacemos la pregunta “¿por qué?”, solo buscamos ser víctimas y no hacernos cargo de que podemos cambiar un pensamiento, un sentimiento o nuestra vida.
Siempre es tu elección y una responsabilidad que elegimos asumir. Lo mejor de todo es que estamos haciéndonos cargo de nuestra vida, y como dice Claudio María Domínguez “nos volvemos los protagonistas, no actores de reparto”. Obvio que es más fácil que nos digan qué hacer ya que es la excusa perfecta para echarle la culpa a otro si las cosas no salen como queremos.
Así que, cada vez que elijas un color, busca siempre su lado positivo: con el rojo encontrás la decisión para cambiar y la fuerza; con el naranja elegís ponerle una sonrisa a todo; con el amarillo te mostrás con todo lo que estás siendo, lo bueno y lo malo; con el verde encontrás la conexión que necesitás con todo lo que te rodea; con el azul tenés el poder de la palabra para manifestar los deseos de tu corazón; con el índigo disfrutás de cada minuto, de cada momento, viviendo en la realidad; y con el violeta, la conexión es con Dios y el universo. Tenés el poder de soltar aquello que no te sirve, transformando tu vida por completo.
Espero que puedas transformar tu vida y tus colores a su mejor versión. Vos sos tu vida, tu creación, tus colores y, sobre todo, ¡tu amor!
¡Feliz Domingo!