Dos individuos acusados de torturar a dos mujeres en medio de un asalto, una jubilada de 88 años que padece Alzheimer y su cuidadora de 43, deberán ir a juicio oral y público, según lo resolvió el titular del Juzgado de Instrucción 1 de Puerto Rico, Leonardo Manuel Balanda Gómez.
Se trata de dos jóvenes de 29 y 30 años, identificados como Matías Nicolás Ortíz y Eliseo Martínez López, quienes fueron detenidos por la policía a los pocos días del hecho, que fue cometido minutos después de las 8 del miércoles 4 de mayo del año pasado, en el barrio Florida de Montecarlo. Un tercer involucrado en el atraco no pudo ser identificado por los investigadores.
Ambos sospechosos deberán responder por los delitos de “robo calificado doblemente agravado por el uso de arma y por ser cometido en despoblado y en banda”, tal como lo requirió en febrero pasado el fiscal que subrogaba la causa en su momento (del Instrucción de Jardín América), Jorge Francisco Fernández.
Al conocerse el pedido de la fiscalía la defensa de los sindicados asaltantes planteó una oposición, en tanto que tras analizar esa solicitud el juez Balanda Gómez dictaminó el rechazo de la oposición, y en las últimas horas firmó la elevación a juicio.
Cuatro horas de terror
Según pudo reconstruir la investigación policial, tres delincuentes esperaron la llegada de la encargada de los cuidados de la adulta mayor.
A las 8.05 y a golpes irrumpieron en el inmueble ya con la empleada reducida y tras atar también a la anciana desataron cuatro horas de violencia extrema. Afuera llovía intensamente. El barrio La Florida está alejado del casco céntrico de Montecarlo, a unos 3 mil metros de la ruta nacional 12 y rodeado de plantaciones y con un solo vecino a un kilómetro de distancia. Para exigirle a la jubilada, que padece Alzheimer, sus ahorros y joyas la torturaron a golpes, le apretaron los dedos con pinzas y tenazas, le produjeron cortes en ambos brazos y le quemaron las muñecas con algún tipo de elemento que no se pudo precisar aún. Por los gritos de la mujer mayor la empleada que la cuida se desmayó en varias ocasiones. Los integrantes de la banda según la testigo, hablaban en guaraní, cubrían sus rostros con barbijos y tenían armas de fuego (aparentemente un revólver calibre 38, una pistola pequeña y un rifle).
Similar ataque sufrió la cuidadora mientras uno de los ladrones recorría la propiedad para buscar dinero o cualquier elemento de valor.
A las 12, el trío delictivo optó por escapar ya que no habían armado ningún botín que valiera la pena y por el contrario, dos mujeres imploraban para que las liberaran vivas, porque no poseían el dinero que les exigían. Sin escrúpulos, comieron y bebieron en el lugar, se apoderaron de unos dientes de oro, joyas con escaso valor, mercaderías y le sacaron a la más joven de las víctimas el dinero que tenía para el pasaje y su teléfono celular. En un baño, con la cabeza cubierta con una camisa y atada las manos fue encerrada la cuidadora (quien asistía a la paciente desde hacía más de cinco años), mientras que a la adulta mayor la sujetaron a la misma silla en la que fue flagelada y se dieron a la fuga tras cerrar la puerta con llave.
Cuando la mujer más joven dejó de oír ruidos y voces de sus victimarios, hizo fuerza hasta desatarse y por una ventana salió de la casa para pedir ayuda y alertar a la policía local. De los datos que habría aportado la cuidadora, se pudo determinar que al menos uno de los asaltantes sería de Montecarlo. Se cree que por eso y antes de darse a la fuga, los ladrones la amenazaron de muerte y le dijeron que sabían quien era ella y que hasta estaban al tanto de que tenía familiares policías.