El 5 de abril se cumplieron 31 años de la muerte de Huberto Casiano Isidoro “Tuti” Róttoli Carvalho, y sus familiares quisieron homenajear a quien fue un poeta, recitador, locutor, pintor, amante de la libertad y de los amigos, como pocos. Un posadeño bohemio, a quien le gustaba llevar serenatas, que dejó el mundo terrenal a los 54 años, pero que disfrutó de la vida a su manera, siempre compartiendo, brindándose a quienes estimaba, y brindando a quienes lo necesitaban, lo que tenía a su alcance. Al conocerse su muerte, en la siesta del domingo, los diarios de la época titularon: “Murió el último bohemio”.
Su amor por las tradiciones argentinas, lo llevaron a distintos escenarios del folclore nacional, además de Brasil y Paraguay, donde fue reconocido y admirado. En todos esos lugares cosechó entrañables amigos, e hizo honor a las tradiciones culturales de esos pueblos. Es por eso que se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que fue un gran difusor de la cultura gaúcha.
Su hija mayor, Cristina “Tochi” Róttoli Laszecki tiene guardados recuerdos de la infancia y aún lo imagina como un papá “dulce. Recuerdo que una sola vez recibí una cintareada porque me estaba portando mal. Era un padre amante de la libertad, que te dejaba ser. Cuando fui a vivir con él después de la muerte de mamá y traje notas malas en un bimestre, dije, bueno, ¡acá me va a retar! Y no lo hizo, después que miró la libreta, le pregunté si no me iba a decir nada por las notas. Me miró y me respondió: vos sabés lo que tenés que hacer, tu función es estudiar, tenés que estudiar si querés ser alguien. Era ese tipo que te orientaba, te decía las cosas”.
Sostuvo que “no era un papá prohibitivo, era un papá con el que vos podías hablar. Le decía me gusta fulano, que era un vecinito del barrio, y me contestaba, ah, pero ¡ese es muy feo para vos!. Era ese tipo de papá compinche, amigo de sus sobrinos, mis primos, que lo quieren mucho, porque vivieron mucho más tiempo con él que nosotros. Es que después de la muerte de mamá, mis hermanas y yo, vivimos solo un año con él”
Mencionó que cuando ella participó en política, “llegaba a un barrio, golpeaba la puerta y si me abría una persona grande, indagaba ¿qué sos de Tuti? Cuando le decía que era la hija, me contaba, por ejemplo, cuando yo era director de escuela, tu papá me ayudó en un fogón criollo, llevó a los artistas para recaudar fondos, cuando las escuelas eran de madera. El ayudaba, se acercaba a esas escuelas, porque era hijo de un docente y porque sus hermanas eran docentes. En esas jornadas tuve el reconocimiento de gente que salió, me abrazó y me abrió las puertas de su casa solo porque era la hija de Tuti”.
Estuvo casado en primeras nupcias con Erna Laszecki, de cuya unión nacieron: María Cristina, María Marta y María Elina. En 1985, en segundas nupcias, contrajo matrimonio con María Leila Vieira, con quien fueron padres de Francisco Javier y Gustavo Enrique.
Aseguró que “me siento muy orgullosa de papá, y así como en otra nota dije que iba a luchar para que la muerte de mi mamá –Erna Laszecki, durante el incendio de la lancha Pirizal– no fuera en vano, que sirviera para que la gente tome conciencia, también en este caso, dije que mientras viva, todo lo que implica la obra de mi padre, su poesía, lo que hizo, lo voy a destacar cada vez que pueda. Estoy orgullosa de él”.
Cuando inauguraron la nueva plaza 9 de Julio de Posadas, “querían sacar del escenario el nombre de papá, entonces llamé a Solange Benítez, que era la secretaria general en ese momento, y le dije que ni se les ocurra, porque estaba establecido a través de una ordenanza –la 063 firmada por Daviña, durante la intendencia de Eduardo Fragueiro- y tenían que respetar”, rememoró la mujer, al tiempo que admitió que “tengo muchas cosas de papá: ese hecho de amar la libertad, el dejar ser, de enseñar y decir, esto es bueno, esto es malo, la elección está en vos”.
El amor a Dorila
Confió que “Tuti” amaba ser libre, pintaba, tras aprender la técnica junto a Mandové Pedrozo, que era su maestro. En la casa de su tía Blanca hay un cuadro pintado por su papá, “que en realidad se lo regaló a mi abuela Dorila, porque él amaba a su madre. Y ella también lo amaba”. Existe una poesía de su autoría que se llama “Los domingos de mi madre”, donde describe cómo eran los domingos en la casa de la “mujer más importante de su vida”.
Cuando “Tuti” era soltero vivía en esa casa, se duchaba a la tarde, se ponía la pilcha dominguera que era para ir al centro. Cuando llegaba la hora de la cena, y Tuti no estaba, ella dejaba puesto el plato sobre la mesa redonda. En medio mantel le ponía la comida, la dejaba tapada con un plato hondo, junto al vaso, al pan y al vino. Cuando Dorila se levantaba por la mañana y veía que la comida seguía en el mismo lugar, era porque su hijo no había dormido en la casa, y empezaba a preocuparse, a estar triste. Pero si ella veía que el plato ya estaba en la pileta era porque él había cenado y guardado los utensilios. Se quedaba contenta, era como que respiraba, y eso que tenía varios hijos. “Papá fue el noveno, y después de muchos años tuvo a mi tío más chico, Julio. Se llevan muchos años, entonces hasta su nacimiento, papá era su mimado, su malcriado”, contó.
“Tuti”, a quien le encantaba caminar silbando -si era un tango, mejor aún- escribió muchos versos, y quien tiene los manuscritos de sus poesías “es el tío Julio, porque él lo iba a publicar en la editorial del Instituto Montoya, y después mi tío Julio se quedó con los trabajos. La letra de la canción Posadas del Recuerdo (valseado), que interpreta Susana Moreno, corresponde a papá, y la música es de Miguel Viarengo. En tanto, en Recordándote en el Yaberiry, la música es de Jorge Hermida y la letra es de papá. Después tiene otras hermosas poesías”.
“Tuti” Róttoli Carvalho nació en San José, el 3 de enero de 1937, en el hogar de Dorila Carvalho (hija de Casiano Carvalho y Simblina Borga) y de José Róttoli, hijo de Isidoro Róttoli, inmigrante italiano, que llegó a la Argentina desde Brasil, casi a fines de 1800.
Agregó que le gustaba mucho recitar poesías gauchescas. “Verlo recitar una poesía gauchesca me emocionaba, me erizaba la piel, me conmovía hasta las lágrimas. No sé cómo explicar, cómo transcribir ese hacerte sentir desde adentro, y no todos tienen esa capacidad. Tenía esa cosa de recitar con profundidad, con sentimientos, sobre todo cuando se trataba de lo gauchesco. Después le gustaba hacer locución. Cantaba tangos muy lindos, y en las peñas le pedían que interpretara. Le gustaba reconocer a la gente, hacerla triunfar y apoyarla. Al que lo hizo triunfar y lo llevó por todos lados, fue al Soldado Chamamé. En una época el soldado lo llevó a vivir a Buenos Aires con el propósito que lo contratara Julio Mahárbiz, y él no quiso. Su bohemia podía más, pudiendo haber triunfado con su estilo, con su poesía”.
Según “Tochi”, iba a la casa del Soldado Chamamé, porque era muy amigo, lo mismo que Roberto Rimoldi Fraga. “Conocí a artistas como Daniel Toro, a Rimoldi Fraga, porque papá le ofreció una cena cuando había venido con María Estela Lanusse, la hija del presidente. Le preparó un chupín en casa de la abuela Dorila, y llenaron la cuadra de efectivos del servicio de seguridad al punto que por los techos te aparecían los policías”, graficó.
Mencionó que, a Laborde, Córdoba, llegó como invitado, y que fue el primer locutor en ganar el Festival. “Uno de mis yernos, llevó una vez a una delegación de artistas de Misiones y me contó que le hicieron un homenaje a papá en ese festival. Allí se estilaba que el locutor que ganaba por concurso, era el locutor oficial, no sé por cuanto tiempo”.
De Italia vinieron tres hermanos: uno quedó en Brasil y dos cruzaron a Argentina. Uno se instaló en Entre Ríos e Isidoro en San José, junto a su esposa Juana De Souza y su hija Elizabetta, ambas nacidas en Brasil. De esa unión nace José, padre de “Tuti”.
Dijo que los artistas jóvenes y no tan jóvenes “siempre lo reconocieron a papá porque él siempre los apoyó, era una persona que no buscaba el éxito para él, no era mezquino, más bien generoso. Era amigo de sus amigos. Eso es lo que rescato. Por ejemplo, si iba a tu casa y le decías sabés que quiero hacer la parrilla, ya compré todo, pero no puedo, decía: yo te la hago, y la construía. O le decían, tengo que pintar acá y, bueno, yo te pinto. Le gustaba cocinar, lo hacía muy rico. En una época tuvo un restaurante que se llamaba `La Cueva de Tuti`, que después se fundió porque, seguramente, que le daba de comer gratis a todos. Con el típico, anotame, después te pago, no funcionó porque al otro día se olvidaban de la deuda”.
Patria y tradición
La Peña Itapuá nació el 9 de abril de 1962 por interés e inquietud de un grupo de hombres y mujeres de la ciudad de Posadas, amantes de nuestras tradiciones, danzas y música folclórica, que buscaban un lugar para reunirse y deleitarse con el canto, el baile, las danzas y recitado de poesías gauchescas. La comisión provisoria, estaba integrada por: Aníbal Cambas como presidente; Luis Reyes, vicepresidente; Tabares, secretario; Fernando Romero, tesorero; Armando Atienza, protesorero; Héctor Catalán, y los vocales: Miguel Marini, Néstor “Cholo” Todero y Edmundo Gabús.
En sus comienzos, funcionó en el Club Itapuá, y a ello se debe su nombre. Después de funcionar muchos años en ese lugar, las autoridades del Club, se negaban a que la Peña funcione en esa Institución. A partir de este hecho, comenzó un largo camino por espacios como la Casa Paraguaya y el Club del Progreso.
Un grupo de personas, que también estuvieron al momento de la fundación de la Peña, al ver que no tenían un espacio físico propio comenzaron a buscarlo. Una de ellas era Huberto “Tuti” Róttoli. Junto a Todero y otros, fueron a hablar con Humberto Antonio Pérez, quien al escuchar la situación y como defensor de la cultura nacional y regional, donó el terreno ubicado en la calle Buenos Aires, entre La Rioja y Entre Ríos, lugar de su emplazamiento actual. La comisión directiva aceptó con agrado esa donación. El terreno era un gran bañado, por lo que todos sus integrantes comenzaron a colaborar en el relleno, nivelación y compactación del predio. Una vez concluida esa etapa, se comenzó a levantar una construcción con paredes de mampostería, techo de chapas de cartón y sostenían sus cabreadas, unas columnas de troncos a los laterales del área central. Había una parrilla y una barra donde funcionaba la cantina para venta de empanadas, choripanes, vino y gaseosas.
Fue Róttoli, quien comenzó a efectuar un intercambio cultural con Centros Tradicionalistas Gauchos de Passo Fundo, San Luis Gonzaga, Santa Rosa, de Río Grande Do Sul (Brasil), de Encarnación y otras ciudades de Paraguay.
Durante las distintas gestiones, las autoridades impusieron a modo de homenaje los nombres de quienes trabajaron denodadamente con esfuerzo, capacidad, voluntad y esmero, a fin de situar a la Peña en lugar de referencia.
En el salón principal colocaron una placa con el nombre de Róttoli. El homenaje tuvo lugar el 5 de abril de 1996, al conmemorarse un año más del fallecimiento de quien fuera uno de los pilares y orgullo de la Peña Itapuá Patria y Tradición. Al acto asistieron todos sus hijos y nietos. Cuando Nora Panza fue presidenta de la comisión directiva de la peña, se instaló el busto de “Tuti” Róttoli, a la entrada del salón que lleva su nombre, el 25 de Mayo de 1998.
Róttoli fue recitador, presentador, poeta de la Peña, y primer locutor oficial del Festival de Laborde, Córdoba. Con sus manos, diariamente, fue construyendo las primeras paredes, la parrilla, es decir, fue levantando con sus propias manos el viejo ranchón de la Peña, por lo que era considerado hijo dilecto de esta prestigiosa institución cultural.
Múltiples reconocimientos
“Tuti” fue autor de poesías como: Plaza 9 de Julio, Posadas del recuerdo, Recordante en el Yabebiry, Calle Bolívar, A Encarnación, A Villa Alta, Passo Fundo, Los domingos de mi vieja, Porque empezaste a querer, Tierra roja, entre otros. Fue recitador de poemas gauchescos, cantor de tangos y unos de los principales trabajadores por la integración cultural del Mercosur, siempre convocando a los artistas de Brasil y Paraguay. Ese trabajo, le valió el reconocimiento de las autoridades de Posadas. Por ordenanza 063/93, el escenario de la plaza 9 de julio lleva su nombre como una forma de homenaje. Los brasileños le rindieron un homenaje, al enterarse de la noticia de su fallecimiento. En la Cámara de Vereadores de Sao Luis Gonzaga y Passo Fundo, decretó tres días de duelo en ambas ciudades en tributo a su memoria. Esto, además de imponer su nombre a calles de ambas localidades. En el municipio de Garupá, una calle lleva su nombre. En Villa Cabello, una de las calles se denomina “Tuti” Róttoli, quien fue el primer locutor oficial del Festival de Laborde, en Córdoba, donde todos los años al comenzar la edición se le rinde un sentido homenaje.
Domingos de mi vieja
Me fui a dormir amargado
Casi a la medianoche
Luego de haberla pasado
En una mesa del Tokio.
Solo el pito de la ronda
Se sentía por momento
Y se escuchaba a lejos
El compás de una milonga
En el preciso momento
Que iba a llegar el sueño
Se escucharon unos gritos
Que rompieron el silencio
La mujer de mi vecino
Le reprendía al marido
porque aquel se venía
apestando olor a vino
Con esos problemas ajenos
Que sin querer escuchaba
Abrazado a la almohada
Me desperté al otro día
Y mientras al baño me iba
Sentí la vos de mi vieja
Que saliendo de la pieza
Sonriendo me decía
Allí en el termo tenes
Lista el agua para el mate
Después de misa, acordate
De pasar por lo de tía
Pues no sé porque quería
Que fueras para su casa
Y si encontras a tu hermana
Que vaya a la carnicería
Tome unos lindos amargos
Y después que me entere
Lo que decía el diario
a un amigo fui a buscar
las viejas al vernos pasar
tan callados por el barrio
decían en sus comentarios
los diablos van a rezar
Volvimos ya al mediodía
Luego de pasar por el club
Amor de mi juventud
Y parte del alma mía
Esas glorias allí vividas
Las llevo en el corazón
Pues le debo al Club Unión
Muchas horas de alegría
Los domingos mis hermanas
Se concentraban en casa
Con sus hijos a la rastra
A comer al mediodía
Era allí una gritería
De sobrinos y de madres
Y un cuñado que tenía
Por costumbre llegar tarde
Y se sentían los gritos
“pórtate bien Gracielita”
José Luis vos que queres
Si los tallarines no comes
Postre no te voy a dar
Pero teníamos que esperar
Que terminen con los chicos
Para por fin almorzar
Luego de haber engullido
Los fideos amasados
Tan buenos que hace la vieja
Como un robot a la pieza
Derechito fui a parar
La siesta me esperaba
Con esa preciosa cita
Que nunca supe faltar
Me desperté descansado
Ya cerca de nochecita
Me afeite y después del baño
Empilche las domingueras
Y al salir para la calle
Rumbeando para la plaza
Veo sola a mi madre
Sentada en la vereda
Mis hermanos se habían ido
Quien sabe para qué lado
Mis ojos se me nublaron
Al pensar que a mi viejita
Luego de haber trabajado
Durante toda la semana
Nadie la había invitado
Quedándose allí solita
Me acerque y con toda el alma
Yo bese su frente santa
Sentándome en su regazo
Igual que un niño quede
Iluminaba la luna
Las casitas de mi barrio
Entonces le dije al oído
Mama, esta noche no salgo
Acaricie sus cabellos
Que el tiempo fue platinando
Las horas fueron pasando
Como la luna también
A mis amigos deje
Allá en la plaza esperando
Pues ese domingo de noche
a mi vieja dedique
Por eso madre te digo
Mis versos en este día
Son parte del alma mía
en ellos van mi emoción
Perdónale a tu muchacho
pero por favor no llores
que al verte llorar
no puedo contener un lagrimón
Huberto Rottoli Carvalho
16 de septiembre de 1965