Y un día te das cuenta de tus pequeñeces y tu ignorancia.
Y un día te das cuenta de que pensaste, solo pensaste equivocadamente.
Y un día te das cuenta y todo tu mundo se vuelve el mundo del revés y volvés a comenzar, pero desde adentro.
Y un día…
Así es como te das cuenta que cuando llegaste a la cima del cerro pensaste que habías podido y en realidad fue un inicio.
Te das cuenta que nadabas en medio del río sintiendo que podías y en realidad estabas comenzando a sumergirte en tu inconsciente.
Salías a trotar y te sentías inmenso y en realidad era tanto lo que te faltaba recorrer que el camino te iba ubicando en tu pequeñez.
Estudiabas, comprendías y era solo que estabas siendo consciente de tu ignorancia y que recién estabas comenzando a verte desde el reflejo.
Sí, solo somos el reflejo de lo que es, y al darte cuenta y ubicarte con cada logro, al fin tu ego fue volviéndose proporcionalmente más pequeño y tu alma comenzó a resurgir.
Resurgir desde las cenizas igual que el ave fénix, que puede volver a volar y desde las alturas ve y comprende las profundidades.
Cuanto más alto, más distancia y mayor se puede comprender el reflejo de lo ilusorio hacia lo real y así es que se vuelve a comenzar.
Volver a comenzar es ser como niños, al igual que los niños volveremos un día a percibir todo sin intención. Nos asombraremos cada día, estaremos despiertos en el presente y sin expectativas, podremos vivir libres de interpretaciones.
Los juicios comenzarán a caer porque ya no tendrán ni sentido ni poder sobre nosotros y así seremos o comenzaremos a ser libres.
Libres de ataduras, libres de conceptos, libres de intenciones y nuestra alma libre y pura podrá al fin tomar el comando de nuestras vidas.
Un día te das cuenta que todo está bien. ¡Todo! Que no hay buenos ni malos, blanco o negro.
Que todos somos iguales pero diferentes; que ser rico o pobre, musulmán o católico, árabe o judío no importa, ya no importa.
Todos formamos parte sin distinción y a la mirada del todo mayor somos almas cumpliendo con nuestro destino y aprendizaje.
Cumple tu parte de la mejor manera y nunca te olvides de tu pequeñez. Solo se trata de vivir y hacer experiencia.
Esa es la única historia posible.
¡Vivir!
Experimentar lo que te toca, llorar lo que te duele, reír y disfrutar el tiempo que te toque y seguir, seguir y volver a comenzar porque al final siempre son ciclos que se vuelven a repetir encontrándote diferente o no.
Solo cumple tu parte con amor y buena voluntad en acción.