Soja y Misiones, en principio, parecieran no tener relación. Sin embargo, detrás de la selva misionera y la tierra roja se encuentra un vínculo histórico oculto, pero vigente.
El primer contacto de la soja con Misiones fue en la década de los 60 cuando el cultivo ingresó por Brasil. Para entender cómo esta provincia fue la puerta de entrada de la oleaginosa, hay que destacar que está rodeada de dos ríos importantes como el Paraná y el Uruguay, y que limita con Brasil y Paraguay.
Las primeras incidencias de la soja en la Argentina hablaban portugués. La gran influencia de la cultura del país vecino en la idiosincrasia de los habitantes misioneros, permitió que las producciones adopten este “yuyo”, como mencionó una vez Cristina Kirchner.
“La zona núcleo sojera era Misiones”, comentó el licenciado en genética del INTA Cerro Azul, Adrián De Lucia. Luego, el cultivo buscó otros horizontes hasta que encontró la pampa húmeda, el lugar para mostrar su máximo esplendor.
Mientras que la yerba mate, el té y las producciones forestales lideran la economía de la provincia, la soja mantiene una zona de producción. Según los últimos datos, existen cerca de 5000 hectáreas implantadas. Las mismas, al igual que el maíz de la zona, tienen como objetivo generar balanceados para la alimentación de los animales.
Un muro de contención a las amenazas a la soja
Misiones actúa como muro de contención para las enfermedades que afectan a la soja y que entran de países limítrofes: “Nosotros las recibimos y generamos cierto grado de alerta para el resto de la Argentina”, contó el especialista.
De esta manera, la región se convierte en una barrera de contención. Funciona así, por ejemplo, para la roya asiática. De hecho, el INTA junto a un organismo japonés trabajan en variedades resistentes a esta enfermedad, que ingresó por Brasil. “Se comienzan a hacer estudios para trabajar con la resistencia a la roya directamente acá en Cerro Azul”, remarcó De Lucia.
Densidad en el NEA
En el trabajo “Expansión territorial del cultivo de soja en la Argentina” que figura como Memoria Académica de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) se destaca que la soja se cultiva principalmente en 3 regiones: pampeana, nordeste y noroccidental.
En cada una de ellas con características propias como consecuencia de las diferencias existentes en los sistemas de producción y en las condiciones ecológicas.
Pampeana: La diversidad de situaciones productivas asociadas a los sistemas de producción, que se observan en la región pampeana y en las distintas áreas que la integran, son el resultado de una serie de factores que interactúan con distintos niveles de intensidad en los diversos ambientes geográficos.
Con excepción de casi todos los partidos «área predominantemente ganadera de la provincia de Buenos Aires» y algunos partidos del sur y oeste del área «predominantemente mixta» todos los demás de Buenos Aires presentan soja.
Nordeste: De acuerdo a las modalidades de cultivo se pueden destacar dos áreas bien diferenciadas: la de Chaco, Formosa y Corrientes, y la de Misiones. En las tres primeras provincias los cultivos se realizan en forma semejante a los de la región pampeana, extensivos y mecanizados. En Corrientes, en el norte de la provincia en tierras que antes eran improductivas.
En Misiones la soja se expandió como consecuencia de la crisis de los cultivos de yerba mate, tung y aún, citrus y té. Si bien la tradición de cultivo tiene en esta provincia más de 30 años su expansión se vio frenada por diversos factores a saber:
– naturales: exceso de agua en la maduración cosecha, topografía del suelo que colabora para favorecer la pérdida de fertilidad y dificulta la maduración,
– económicos: costos de producción mayores que en otras zonas, necesidad de implementación de técnicas particulares que controlen las desventajas naturales.
Noroccidental: Abarca el área de lluvias suficientes de las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán. En Salta la expansión observada durante los últimos años se fundamenta en la buena calidad de los suelos y en las particulares condiciones del clima. En Tucumán la soja es un cultivo sustitutivo muy conveniente para las zonas consideradas marginales para la caña de azúcar. En las áreas netamente cañeras la competencia es dificultosa por el mayor margen de ganancia que estas poseen.