El 4 de mayo de 1982, las fuerzas argentinas le asestaron un duro golpe a la Task Force británica en el marco del conflicto bélico de las Islas Malvinas, al hundir a la fragata Sheffield, una “joya” de la armada inglesa, en la acción más grave sufrida hasta entonces por la Armada Real desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El hundimiento del Sheffield se produjo por la acción de misiles Exocet montados en aviones Súper Estandard, una de las armas más letales que presentó el país en la guerra de 1982.
El ataque fue una respuesta directa a la agresión que dos días antes sufrió el Crucero General Belgrano, que causó 323 víctimas fatales tras ser hundido por misiles lanzados desde el submarino nuclear Conqueror, fuera de la zona de exclusión demarcada por el Reino Unido.
El hundimiento del Belgrano, que en definitiva cerró toda posibilidad de un acuerdo diplomático entre la Argentina y Gran Bretaña, generó que las fuerzas nacionales concentraran todo su accionar en dar con blancos estratégicos enemigos.
Así, en las primeras horas de aquel 4 de mayo, dos viejos aviones Neptune partieron de la base de Río Grande con el fin de despejar el camino a los Hércules C130 que saldrían con materiales hacia Puerto Argentino.
En su inspección, los Neptune detectaron una nave enemiga de características importantes sobre el mar, lo que informaron inmediatamente al control del Teatro de Operaciones.
Así, desde Río Grande partieron dos aviones Súper Estandard que tenían bajo sus alas derechas los temibles Exocet, que aún no habían debutado en la guerra.
Las dos naves volaron al ras del agua para no ser detectadas por los radares ingleses y, una vez localizado su blanco, dispararon. Un misil logró impactar en el navío británico, en lo que hasta entonces
fue una operación sin precedentes.