En los actuales niveles inflacionarios, ni siquiera una sucesión de aciertos volvería a encarrilar la crisis en lo inmediato. Por ende, cualquier error de cálculo de aquí en adelante podría generar una espiral difícil de sostener.
El sistema, así planteado, se puso a prueba en estos días en medio de una escalada a la que nos fuimos acostumbrando cual Síndrome de la rana hervida. Dos hechos presuntamente aislados pusieron a prueba el sistema de resistencia social. Primero una empresa láctea avisó a los comercios de un segundo aumento de precios de sus productos sin que haya transcurrido una semana. Un 10% el viernes antes del feriado y un 10% adicional el miércoles por la mañana. El otro fue el azúcar. El precio de la materia prima subió 20% después del fin de semana largo. Son dos casos que denotan la dinámica de los precios de los alimentos que se replicó con anterioridad en rubros, aunque con menos repercusión para las economías familiares.
Se trata de incrementos que están fuera de agenda, con pocos días de diferencia y que anulan cualquier referencia. Son subas que llegaron de la mano de la cotización del dólar blue y el agrandamiento de la brecha cambiaria y que echaron más leña a un escenario híper complicado.
Esta nueva etapa de una crisis que se robustece desde hace un par de lustros acarrea el riesgo de una espiralización inflacionaria. Cualquier error provocaría su inicio… y de aciertos andan muy cortos.
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