Tienes un cuerpo, tienes un corazón, tienes una misión y, por supuesto, eres el alma. Observa y pregúntate, “¿qué estoy postergando?”. Nada importante puedes dejar para mañana; nada que tenga que ver con tu felicidad y la realización de tus metas más elevadas. Observa el fluir de los días.
¿Tu vida va hacia donde sueñas que vaya? Si no es así, es porque algo estás postergando. Quizás te acostumbraste a tener poco dinero y no te mueves hacia la abundancia. Quizás te acostumbraste a no hacer ejercicio físico, alimentarte mal y dejarte vencer por la pasividad y el abandono.
Quizás te resultó difícil sostener tu meditación diaria y la abandonaste, o bien meditas menos de lo que podrías.
Quizás sigues trabajando en ese lugar aburrido y mecánico, que sabes nada te aporta en verdad. Quizás no te separas por tus hijos o por el dinero, cuando ya no están enamorados. Quizás tu autoestima esté débil pero no te estás ocupando de elevarla. Dime, ¿qué estás postergando? ¿Qué estás esperando?
Sabiduría es atraer, hacer que suceda, no esperar milagros. Tú eres el encargado de construir la vida de tus sueños, nadie lo hará por ti. Ni siquiera Dios, porque entonces sería un padre sobreprotector consintiendo a un niño malcriado. Él quiere que tú madures, confíes y te muevas; que saques la mejor versión de ti. Entonces sí te va a contestar.
Por lo tanto, querida alma, ¡deja de postergarte y abandona el papel de la oveja víctima e impotente de la “dura realidad que me toca vivir”! ¡Despierta en ti la fortaleza del león, que nada teme y nada necesita! No importa si pasaron 20, 30 o 40 años. Debes empezar ahora. Perdónate por el auto sabotaje del pasado y empieza. Todo lo que necesitas para encontrar el éxito en la vida es cambiar la actitud.
Nos vamos acompañando.