El conocimiento general de la comunicación no garantiza que uno sea capaz de comunicarse bien. En general una mala comunicación suele estar presente en la raíz de los conflictos.
Muchos de los conflictos que se dan en este aspecto parten de la creencia que hay cosas “obvias”.
Ahora bien, cuando personas diferentes conviven en diferentes contextos, lo “obvio” no lo es tanto y aparecen los primeros desacuerdos.
A veces recibimos un mensaje incompleto y tendemos a completar esa falta de información con supuestos, confundiendo “lo que suponemos” con la parte de información que falta al mensaje.
Hace unos días acordé con mi cliente encontrarnos en Santa Fe 343 para asistir a una audiencia. Mi cliente entró a la oficina dando por sentado que nos encontraríamos allí adentro, en tanto yo hacía más de 10 minutos que esperaba en la puerta de entrada, angustiada por no llegar a tiempo para el horario fijado de la audiencia.
“Pensé que nos íbamos a encontrar adentro…”, “pensé que era a las 8 de la noche”, “pensé que lo terminarías vos”, “pensé que vos los buscabas”.
Cuando los supuestos superan en cantidad a la información que poseemos, nuestra comunicación se ve deteriorada y como consecuencia aparecen los conflictos.
Para tener una comunicación eficiente debemos completar la falta de información con más información. ¿Cómo?, cuando somos emisores dar el mensaje en la forma más completa posible y chequear qué entendió nuestro receptor. No nos olvidemos que el significado del mensaje es asignado por él, por lo tanto cuando somos emisores no está de más preguntar “¿qué entendiste?”.
En el mismo sentido cuando somos receptores podemos parafrasear para chequear nuestra escucha por ejemplo: “a ver si entendí bien, ¿lo que me estás diciendo es que nos vamos a encontrar el día 5/8, a las 9 de la mañana, en la puerta de entrada del edificio que está en Santa Fe 343, es así?”. A mayor precisión en el mensaje dado o en el pedido realizado seremos más eficientes en obtener lo que perseguimos.
Cuando nos falte información respecto a algo que nos piden, no trabajemos sobre supuestos, chequeemos la información preguntando.
Dice el sociólogo Rafael Echeverría: “no hay mejor indicador de la calidad de una relación que la manera en cómo evaluamos la escucha que en ella se produce”. Ante la duda pregunte, no suponga.