Comienzan a despedirse los últimos rayos de sol que estuvieron en su esplendor durante el día. Para algunos habrán tenido horas hermosas, otros esperando salir adelante.
Apenas se ven los últimos reflejos del Rey dorado entregando al Atardecer -casi noche-, el poder a las estrellas, pequeñas luces que acompañan a la Luna dando la bienvenida a vivir los momentos más soñados.
Días y noches, reyes absolutos de esperanzas, de milagros que sorprenderán.
Porque no existen sin ellos sueños a cumplir, son los que nos dan fuerzas.
Las últimas luces del día se alejan para darle paso a la noche como diciendo: “es tu turno para acompañar al Universo, nos veremos cuando el aura celeste del nuevo amanecer nos reencuentre para seguir repartiendo felicidad en este mundo”.
Sin ellos no habría poetas para cumplir los sueños de amor.