Hábil y conocedor de la política, el gobernador cordobés Juan Schiaretti le generó una profundización a la división interna de Juntos por Cambio, con mayor repercusión en la pelea entre macristas, donde Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich marcaron las profundas diferencias que los llevaron a competir en las PASO.
Con solo amagar con ingresar al espacio opositor, en el que encontraron la puerta abierta del Jefe de Gobierno porteño; del experonista Miguel Pichetto; y del gobernador Gerardo Morales (presidente de la UCR a nivel nacional), provocó semejante “grieta” innecesaria para quienes deberían mostrarse más preocupados por el plan de un eventual gobierno en la Casa Rosada, que en las sociedades políticas que nadie tiene la certeza respecto a su duración.
Aunque la respuesta fue “no” por mayoría, es decir que la postura de Bullrich se hizo sentir por el enojo de los cordobeses Luis Juez y Rodrigo de Loredo que competirán contra el sector de Schiaretti en dos semanas; repentinamente el Gobernador mediterráneo consiguió estar en el foco del debate político público, con una candidatura en marcha para las Primarias de agosto. En las últimas 72 horas, la oposición se decidió a hablar y opinar sobre Schiaretti.
Si bien la cuestión podría ser un hecho aislado, para muestra basta un botón, reza el dicho popular. En adelante, con la campaña en marcha desde el 24 de junio, probablemente afloren otras diferencias. Allí, hay socios de la alianza opositora que no salen de lo preocupante que resultará unificar a las dos veredas del PRO para pelearle a Javier Milei y a un candidato del kirchnerismo las generales de octubre y una posible segunda vuelta.
La libertad interna de opinión puede terminar en una “sangría” que debilitará a Juntos por el Cambio si no se controlan los ánimos.