A veces no estamos del todo conformes con la vida que llevamos y podemos pensar que eso es lo que nos tocó vivir porque nacimos en tal o cual familia, o porque la situación del país es difícil.
Pero luego, vemos a alguien que nació en condiciones económicas mucho más difíciles a la nuestra y hoy está donde nos gustaría, o que ha vivido momentos durísimos y sin embargo se lo ve seguro de sí mismo, lleno de autoestima y nos preguntamos ¿Cómo lo hizo?
Hace años leí un libro llamado Ilusiones de Richard Bach, y él decía: “Justifica tus limitaciones, y ciertamente las tendrás”. Y es tan cierto, cuando aceptamos que, por la situación del país, o que por todo lo que sufrimos, o porque ya pasó tanto tiempo o la razón que fuese ya nada podemos hacer, hemos sentenciado nuestro futuro, hemos cerrado el libro de posibilidades dejándolo con todas las hojas sin escribir.
Todo empieza y termina en nosotros, en cada uno, somos los únicos que tenemos en cada situación, la última palabra y somos libres de elegir a cada momento qué deseamos hacer.
La libertad es el regalo con el que nacimos, por tanto, podemos decidir si vamos a dejar que eso nos frene o vamos a tomarlo como algo que “vuelve más entretenido el juego de la vida”.
Todas las dificultades tienen un antídoto y es la palabra: “como”. En vez de decirnos “no puedo hacer esto porque”; aceptar que tenemos esa dificultad, que es un hecho concreto y decirnos: “¿Cómo puedo hacer para…?
Internalizar en nuestra mente que si realmente lo deseamos es porque aunque sea muy difícil en este momento, podremos alcanzarlo, pero para ello, necesitamos hacer cosas, ponernos en movimiento, buscar opciones diferentes a las que venimos practicando, aceptar que no importa lo que nos digan, ni lo difícil que pueda ser, nosotros tenemos la última palabra.
Entender esto es ponernos en un rol de creadores de nuestro destino, no somos víctimas de la situación presente, no dependemos de circunstancias ajenas, porque tomando lo que está a nuestro alcance podemos dar pasos hacia una nueva realidad.
Concentrarnos en un solo paso, pero sin renunciar; valorando cada logro que vamos obteniendo, viendo como en el camino nos vamos transformando, y descubriendo dones impensados nos vamos acercando a nuestros sueños.
A veces puede pasar que por mucho que hagamos, quizás no logremos todo tal cual lo soñado y ante eso, podemos entristecernos y sentir que todo fue para nada, o ver lo mucho que avanzamos, valorar la nueva persona en que nos hemos convertido y disfrutar de lo que sí hemos alcanzado, siempre tendremos la última palabra.