La doctora María Montessori fue una mujer sumamente inteligente y fue su madre la que la incentivó a seguir sus sueños que, en su época no eran los mismos que de la mayoría de las mujeres. El plan perfecto de convertirse en esposa, ama de casa y madre no iba con María.
Incluso en la película sobre su vida ponen en boca de su madre (Renilde Stoppani-culta y sabia) algo así como: “andá y demostrá que la mujer está para muchas más cosas que tener esposo y criar hijos”, así ingresó a la facultad de Medicina y se convirtió en la primera mujer médico de Italia.
Sintiéndose libre siempre, María mantuvo una relación libre con su colega, el Dr. Giuseppe Montesano y de ese amor nació su hijo Mario en 1898.
María renunció a su puesto de trabajo, rompió relaciones con Montesano y desapareció durante un año.
El niño fue criado por una nodriza a las afueras de Roma y María iba a visitarlo sin decirle que era su madre.
Hasta aquí lo que más o menos se sabe de la historia a un nivel superficial. Pero, ¿por qué una mujer supuestamente tan emancipada, una de las primeras mujeres graduadas como doctora en medicina en Italia, no pudo criar a su propio bebé? ¿Qué se puso en su camino?
Las personas que más se interpusieron entre esta madre y su bebé no fueron otras que la madre de Montesano, Isabella Schiavone, y su propia madre, Renilde Stoppani. ¿Y cómo supieron esto? Pues porque el propio Mario Montessori se lo explicó a Rita Kramer, la biógrafa de María Montessori.
Fue Mario quien contó que sus padres no se casaron porque la madre de Montesano se opuso a ese matrimonio y que el plan de mandarle con una nodriza fue urdido por estas dos mujeres. Montesano, por su parte, dijo que le daría el apellido legal a condición de que el nacimiento de Mario fuera mantenido en secreto.
Mario también dijo que Giuseppe y María hicieron la promesa de no casarse y que fue el incumplimiento de esa promesa lo que provocó en María la gran crisis vital que la impulsó a dejar su puesto de trabajo. Tenía 30 años cuando dejó la medicina y se puso a estudiar antropología, psicología y otras disciplinas, centrándose en las investigaciones de Édouard Séguin. Su nuevo objetivo fue intentar desarrollar una forma de educar a los niños para crear un “mundo mejor”.
La biógrafa afirma que, en su momento, la noticia de que María Montessori tenía un hijo fuera del matrimonio habría arruinado su carrera, lo cierto es que esto era verdad entre las clases altas que tenían una reputación moralista y puritana que mantener.
Mario tenía recuerdos sobre una mujer bella que le visitaba de vez en cuando y sobre la que él proyectaba sus fantasías maternales, ya que las personas que le criaban no eran sus verdaderos padres.
A los siete años lo enviaron a un internado cerca de Florencia y las visitas de María siguieron sucediéndose, pero nadie le explicaba nada.
Un año después de la muerte de la madre de María, que se oponía a que su hijo fuera reconocido públicamente como su hijo para que ella pudiera desarrollarse profesionalmente, sucedió algo importante.
Fue un día de primavera de 1913, cuando tenía 15 años, recuerda Mario. En una de las visitas de María, simplemente dijo “sé que eres mi madre” y también le dijo que quería irse a vivir con ella, a lo que María no se opuso.
Y, como en los finales de los cuentos, vivieron felices, ya que él jamás se separó de su lado, continuó su legado, y fue un pilar muy importante de las organizaciones que fundaron, dedicando su vida al movimiento que su madre inició.
La historia de María Montessori
Creadora del revolucionario método de enseñanza para niños. El método hoy hace furor en las redes sociales. Actualmente retoman los juegos para despertar al maestro que los niños traen desde su nacimiento. Amó, luchó y logró lo que en su tiempo las mujeres no podían.
María Montessori estudió ingeniería a los 14 años, luego biología y por último fue aceptada en la Universidad de Roma, en la Escuela de Medicina. A pesar de que su padre se opuso al principio, se graduó en 1896 como la primera mujer médico en Italia.
Ella creó un método para enseñar a los niños deficientes mentales y luego ese mismo método se convirtió en el modo de enseñanza de los hijos de ricos.
La profunda desilusión que le causó el abandono del padre de su hijo, la llevó a afiliarse al movimiento feminista, del que fue representante a nivel nacional e internacional, y representó a Italia en los Congresos de Berlín (1896) y de Londres (1899).
Aunque el régimen de Mussolini la distinguió miembro honorario, acusó públicamente al fascismo de “formar a la juventud según sus moldes brutales” y al convertirlos en “pequeños soldados”. Sus opiniones causaron tanta molestia en el régimen que no le quedó otra alternativa que exiliarse.
Abandonó Italia en 1933 al ser clausuradas sus escuelas y se fue a Barcelona, donde estuvo viviendo un tiempo y luego se estableció en Holanda.
María se interesó por la educación de los niños con deficiencias mentales y aplicó métodos experimentales consiguiendo que aprendieran a leer y escribir. Desarrolló sus propios métodos que aplicó más tarde a toda clase de niños.
A través de su práctica profesional llegó a la conclusión de que los niños “se construyen a sí mismos” a partir de elementos del ambiente y, para comprobarlo, volvió a las aulas universitarias a estudiar psicología. En 1906, decidió hacerse cargo durante el día de 60 menores cuyos padres trabajaban.
Fundó la Casa de los Niños y desarrolló allí lo que a la postre se llamaría el método Montessori de enseñanza. Todas sus teorías se basaron en lo que observó a los pequeños hacer por su cuenta, sin la supervisión de adultos.
La premisa de que los niños son sus propios maestros y que para aprender necesitan libertad y multiplicidad de opciones entre las cuales escoger, inspiró a María Montessori en todas sus batallas por reformar la metodología y la psicología de la educación.
En 1949 se estableció definitivamente en Amsterdam, y ese año publicó su libro The Absorbent Mind. En 1950 fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Amsterdam.
Falleció en Holanda en 1952, a los 82 años de edad, pero su pensamiento sigue vivo en las muchas instituciones educativas alrededor del mundo que aplican su método. Se especializó en Neurología. Estudió Antropología, Filosofía y Psicología, pero, sin duda, lo esencial de su legado para el siglo XXI, radica en su continúa búsqueda científica, y en su permanente deseo de conocer más y mejor los secretos de la Infancia.