Aunque la dirigencia incurre en grietas hasta para explicar una misma cosa, lo cierto es que las imágenes de distintas provincias en las que se replica movilizaciones ciudadanas responden a un mismo hartazgo.
Tras años de gobernar de espaldas al pueblo, buena parte de la dirigencia argentina recoge los frutos por haber sembrado en la sociedad antipatía y angustia.
Jujuy, por caso, es apenas una muestra de la tensión existente entre ambas partes y las razones, de acuerdo a quien se pregunte, confirman la distancia. Mientras unos aducen que las protestas se deben a las reformas constitucionales, otros alegan que son por la represión estatal.
El peligro, más allá de las posiciones contrapuestas, es que el modelo de crisis y tensión en las calles se instale indefinidamente de la mano de la profunda crisis y el crecimiento sostenido de la pobreza.