En el cuarto tramo de la costanera posadeña se realizó ayer la segunda edición de la feria de reparadores y restauradores. Este evento, organizado desde la Subsecretaría de Economía Circular de Misiones, reunió a bicicleteros, zapateros, técnicos en electrónica y emprendedores urbanos. El objetivo fue mostrar a la comunidad oportunidades vigentes en materia de reciclaje para evitar desperdicios innecesarios.
50 años de profesión
“Somos reparadores de bicicletas y por medio de nuestro oficio promovemos su uso”, resaltó a PRIMERA EDICIÓN el bicicletero Héctor Aníbal Bernal. Sobre su participación, contó que “ya habíamos estado en la feria y vamos a venir cada vez que se haga, con cada vez más elementos para transmitir el uso de la bicicleta”.
A pesar de que muchos se interesan por este medio de movilidad, señaló que “debería haber más personas que usen la bicicleta”. En cuanto a las consultas, más allá de arreglos en rodados 29, que están de moda, indicó que “nos buscan como restauradores y reparadores, donde nos encargan bicicletas que quedaron en la casa, de algún tío o pariente, para pintar y arreglar”.
En materia de insumos para reparaciones, Bernal comentó que “la flaqueza de los repuestos de bicicletas está en los patines, que antes venían de caucho y tela, pero hoy son de plástico”. A la hora de frenar “si el patín es plastificado, a la larga sale comiendo la llanta y la rompe, el aire puede hacer reventar la llanta y provocar un accidente”. A pesar de esto, remarcó que la bicicleta “tiene una vida útil y el mecánico tiene que estar alerta, avisar al usuario de esto”.
Con un oficio que inició hace 50 años, explicó que “en Posadas, antes las bicicleterías estaban por la zona de la avenida Uruguay, había un icónico lugar en Rademacher y Cabred que atendía desde las 5 de la mañana, porque era el horario donde el trabajador comenzaba su día. Ahí es donde aprendí lo más fundamental, el centrar ruedas, lo otro me enseñó el hermano del dueño de ese local y ahora sigo enseñando”.
En cuanto a las futuras generaciones, Héctor Aníbal Bernal respondió que “cada tanto suelo dar talleres, porque son oficios que quieren perderse”. En los talleres, “cada persona puede darle una forma mejor, más personalizada”, agregó.
Como medio de transporte, indicó que “todavía no es el momento de la revolución de la bicicleta, pero ya vendrá”. Sin embargo, en Posadas, compartió que “el problema que tenemos es que la infraestructura no está muy bien. A mi criterio, la bicisenda debería ser de mano única, como sigue el tránsito de esa mano. También tendría que haber dos más, una por López y Planes, la otra en la avenida Centenario”.
Reparar antes que comprar una nueva
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Santiago Vera con su emprendimiento “Rústico reparaciones”, se dedica a reparar calzados y comentó que últimamente se acercan a consultar “porque es mucho más barato que comprar una zapatilla nueva”. En un contexto económico difícil, reparar una zapatilla o zapato es una opción cada vez más requerida: “gracias a Dios, piden muchas reparaciones”, agregó.
Más allá de un factor de ahorrar algo de dinero para las familias, aseguró que “también uno se encariña con el zapato, porque se amolda al pie, hay personas que tienen juanetes, por ejemplo, y ya lo tienen amoldado. Comprar un zapato nuevo es volver a empezar, entonces lo mandan a reparar y queda como nuevo”.
Respecto al oficio de reparar calzados, Vera contó que “me enseñó el papá de una amiga, que es zapatero. Es una profesión que me gustó y seguí hasta el día de hoy, más de 10 años con esto”.
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Para que las reparaciones salgan bien, afirmó que “tiene su tiempo y sus mañas, pero no es difícil. Es una cuestión de práctica y querer hacerlo”.
Mientras cosía una zapatilla, señaló que “con los años que tengo en esto, en 10 minutos puedo arreglarlo, pero en general lleva entre 25 minutos a una hora por cada lado”.
Acerca de los precios, detalló que “el pegado o cosido, dependiendo del tamaño, está entre $1.500 a $1.800. Unas botas, $2.500 y después están los cambios de base en $4.800 o $5.000 dependiendo del tamaño y lo que vale la base”.
No terminen en la basura
Entre las personas responsables de recolección de artículos electrónicos, Patricia Altamirano precisó a PRIMERA EDICIÓN que “la gente por ahí tiene artículos en su casa que ya no van a usar. Estos artículos llegan a nuestro taller o a los Eco Puntos y son reparados”.
De la población, comentó que reciben aparatos que “se rompe el cable o directamente muchas cosas no se usan y no saben qué hacer con ciertos artefactos. Gracias a esto, los artículos llegan a nosotros y eso posibilita que no termine en un tacho de basura o en otro lugar”.
Altamirano indicó que “recibimos desde cables hasta electrodomésticos, como computadoras, televisores, radios, teléfonos, casi de todo en general”. Entre los elementos más retro que llegan hasta sus manos, contó que, por ejemplo, “están los VHS, cassettes, hasta los tocadiscos”.
Sobre el equipo conformado para componer elementos electrónicos, señaló que “somos unos cuatro integrantes los que realizamos la reparación”. En este proceso de arreglo, aseguró que “todos los artículos que pueden ser reparados vuelven a ser donados”.
Para la recolección de estos aparatos, primero se ponen en contacto con ellos y luego se organizan para retirarlos. Por ello, “trabajamos con un servicio de flete, donde pasamos a retirar por los domicilios”. En cuanto al tiempo para volver a hacerlos funcionar, manifestó que, en promedio, “en el taller lleva unos tres a cuatro días”.
Al consultar sobre cómo llegó a interesarse por este tipo de arreglos de tecnología, Patricia Altamirano respondió que “vino más por un tema de hobbies, porque me pareció interesante”.