Tanto los espejos como cristales ayudan a expandir la energía Chi del mismo modo que refractan la luz. Su utilización en la pintura comienza en el siglo XV como una nueva tecnología, primero con Van Eyck, la pintura donde vemos reflejada a la familia Arnolfi, utilizando un espejo convexo. Luego Holbein, en “Los embajadores” utiliza espejos y superficies reflectantes, que produce según desde donde se mire, imágenes difusas o deformes.
La anamorfosis, técnica de la perspectiva, los primeros ejemplos fueron utilizados por Leonardo Da Vinci y se incluía en la mayor parte de los manuales de dibujo del siglo XVI y XVII. En Europa entre los años 1530 y 1600, hubo pintores que se interesaron en representar objetos, con visiones deformantes producidas por espejos convexos. En nuestra época podemos citar a los artistas de los movimientos del pop art y el arte cinético. Artistas de la época de los 60, como Joseph Alberts, Víctor Vasarely y el argentino Le Parc.
Estos artistas se han dedicado a experimentar: secuencias, ritmos y cambios de imágenes ópticas, creando percepciones de movimientos virtuales o ilusorios, obligando al observador a desplazarse en el espacio.
Y siguiendo esta idea de movimiento y velocidad nombraremos a Francis Bacon quien utilizo otro medio óptico como la fotografía. Con la visión de que el universo es materia en movimiento, se vale en su imagen de espejos, reflejos duplicando la realidad y la utilización de lentes en forma de lupa, aumentando la perspectiva de una parte de la figura, dándole más volumen.
Este objetivo de distorsionar la estabilidad del punto de vista del espectador, ejerce un efecto catártico, ya que lograba la separación de inmediatez de la experiencia, según una observación del crítico Andrew Forge. Todo esto hace que la experiencia especular sea absolutamente singular entre la percepción y significación.