Atrás en el tiempo tuve la oportunidad de participar en la mayoría de los torneos de pesca embarcada que se realizaron en la región. Y sobre todo en aquellos que se llevaban a cabo sobre el río Paraná o el río Uruguay y tenían características dispares, con distintos sistemas de puntuación, de premiación y de entorno a lo meramente competitivo.
Pero hoy les quiero contar sobre dos modalidades de pesca que realmente creo que son imborrables de la memoria de los participantes: creo que una de las mejores contiendas deportivas era el Torneo Integración, que se llevaba a cabo con pescadores del club Pacú Cuá, de Encarnación, Paraguay; y sus pares del Pira Pytá, de Posadas, cuya particularidad era la de convocar a la misma cantidad de contendientes de cada institución tras lo cual se realizaba un sorteo para cruzarlas, generando una pesca desintegrada en la cual el objetivo de cada competidor era ganarle al otro pescador con el que compartía la embarcación y se otorgaba una premiación individual y por club campeón.
En este tipo de competencia más allá del intercambio de conocimientos y sobre las modalidades empleadas para la pesca en ámbitos tan disímiles fue también una herramienta de acercamiento entre las instituciones participantes cuya relación perdura hasta hoy.
Pero un día, a finales del 2003, charlando con el amigo Omar Ortiz, se nos ocurrió usar la misma metodología de la integración pero para armar equipos conformados por dos pescadores de distintas instituciones de la Asociación de Clubes de la Ribera del Paraná, pero pescando en equipo. Y fijamos como epicentro para esta primera competencia -realmente integradora- el Club de Pesca y Deportes Náuticos San Ignacio.
La competencia fue todo un éxito y ampliamente apoyada y festejada por todos los contendientes, quienes coincidieron en que el mejor premio que se llevaban eran los fuertes lazos de amistad y camaradería que se generaron durante toda la competencia.
La competencia fue ganada por el equipo integrado por un pescador de Luz y Fuerza y uno de Hohenau. Seis meses después de ese acontecimiento mediante el cual nos dimos cuenta que la integración y la amistad que se había logrado entre los clubes intervinientes y sus pescadores nos daban pie para cristalizar un sueño de unir a los pescadores de la Asociación de Clubes de la Ribera del Paraná con las instituciones que integraban la Asociación de Clubes de la Ribera del Río Paraguay.
Y así fue que aunando criterios entre Hugo Basili, presidente de la Asociación Metropolitana de Pesca (Asunción) y la Asociación de Clubes de la Ribera del Paraná Argentina/Paraguay, convocaron a los 35 mejores rankeados de cada federación para cruzarlos y armar equipos en un encuentro que sería en el río Paraguay, en la capital Guaraní; y otro encuentro que sería en el río Paraná, en Encarnación. Pero lo más llamativo de este modo de competencia era de que luego del sorteo y teniendo en cuenta que la pesca es totalmente diferente, el anfitrión se encargaba de proveer todos los equipos y carnadas para el equipo que iba a integrar con el visitante de la otra federación.
Llegó el 2 de julio del 2004 y partimos hacia Asunción los 35 pescadores que representábamos al Club Tacuarí, al Club de Hohenau, al de Bella Vista, al Monday al Pacú Cuá; y a los argentinos Luz y Fuerza y la barra Pirá Caú.
Esta inédita competencia fue ganada por la dupla integrada por Walter “Pupi” Figueredo (barra Pirá Caú) y Jorge Bordón (Club Itá Enramada).
El 29 de agosto del mismo año se llevó a cabo la segunda y última fecha en el Club Pacú Cuá de Encarnación. En esta competencia tuve la suerte de ganar representando a la barra Pirá Caú y mi compañero de equipo fue Ignacio Pérez, del Club Asunceno de Tenis.
En la sumatoria de las dos competencias los campeones fueron Ariel Tischler (Bella Vista) y Hugo Basili (Asunción).
Fue una experiencia única que rompió con varios mitos acerca de la rivalidad que existe en el ambiente de la competencia deportiva y que ratificó a fuego que en los ríos de la vida la mejor pesca es la amistad. Ojalá que eventos como estos se vuelvan a repetir pues en ellos se fomentan los basamentos fundamentales para decir orgullosamente que somos hombres de río.
Por Walter Goncálves