Daniel Tabbia, médico pediatra, artista plástico, músico y escritor, lleva 37 años en la profesión y durante más de 20, ayudó a traer al mundo a alrededor de siete mil niños. “Fue muy gratificante, pero a esta altura ya me resulta estresante”, señaló quien ahora se desempeña como jefe del Departamento de Reconocimientos Médicos de la Provincia. Si bien ya no atiende en su consultorio, responde a, al menos, una decena de inquietudes por día, y se ocupa, en mayor medida, a la pintura y a la música, dos grandes pasiones que, como su familia, lo acompañaron a lo largo de la vida.
A pesar de haber ayudado a traer al mundo a miles de niños y de recibir diariamente en su teléfono numerosas consultas pediátricas, el Dr. Daniel Ernesto Tabbia (66) cree que “es una etapa cumplida”. Se recibió de médico en Rosario, pero toda su carrera profesional transcurrió en la capital misionera, donde residía su numerosa familia. “No tenía la idea de quedarme en otro lugar. Rosario me encantó, estuve muchos años ahí, pero el día después de haber terminado la carrera, estaba en Posadas”, dijo, al tiempo que aseguró que a la profesión la volvería a elegir, sin dudar, y que, “si estuviera en otra condición de edad y demás, ni se me ocurriría dejarla. Pero ya estamos en otra etapa”.
Comentó que “siempre me mantuve actualizado e informado” y que “me costó bastante dejar de atender a recién nacidos, allá por 2012”. Es que esos tiempos “eran bravos porque los bebés no tienen horario, ni día, ni situación climática, ni eventos, sino que nacen en Navidad, en Año Nuevo. Muchas veces quedaban los paquetes de Navidad sin abrir porque salía corriendo cuando me avisaban que se estaba produciendo un nacimiento”.
Recordó que hubo momentos de “mucho trajín”, como esa semana en la que recibió a 22 bebés. “Cuando estaba de guardia tenía que estacionar el auto en la vereda, estar atento y salir corriendo, y esa es una actividad que se hace con mucha responsabilidad y hasta cierta edad. Después ya te empieza a pesar. En ocasiones, tenía dos o tres nacimientos por la noche y al otro día debía atender el consultorio. Cuando uno es joven, lo hace sin problemas, pero cuando está más grande, empieza a sentir cansancio, la falta de concentración, la fatiga, entonces, con el tiempo, se va adaptando al cambio de actividades”, manifestó, quien atesora miles de anécdotas de estos 37 años sumergidos en la medicina.
Con el arte comencé de forma espontánea a los 12 años, haciendo caricaturas, dibujos, retratos. Soy muy ecléctico con los gustos, no es que me dedico solo al paisaje. Por ejemplo, hago técnica de surrealismo, hiperrealismo, pop, tres dimensiones, caricaturas, retrato, de todo un poco, lo que me motive”.
Sostuvo que el 99% de los recién nacidos implican situaciones gratas, “salvo cuando vienen con un trastorno, y hay que reanimarlo, ponerle oxígeno, llevarlo a una neonatología o cuando son prematuritos -nacen con menos de dos kilogramos-. De 600 gramos recibimos en un extremo y hasta de 5.900 kilogramos en el otro. Es una gama de sorpresas cuando uno recibe a un bebé, pero la mayoría de las situaciones son felices. Están siempre las coronarias atentas, por eso digo que es una actividad que se debe desarrollar cuando uno es joven, después uno gana experiencia y está más tranquilo, pero llega un momento que dice hasta acá llegué. Por lo menos esa es mi experiencia personal”.
De acá nomás
Cursó parte de la primaria en la Escuela Nº 301, situada en Félix de Azara y Catamarca, a una cuadra de su casa, y culminó esa etapa en la Escuela Nº3. El secundario transcurrió en las aulas del Colegio Nacional, y el quinto año lo sorprendió en el Colegio Nacional de Rosario, ciudad en la que su hermano Félix “Teio” Tabbia, a quien consideraba su “guía, líder y modelo” había empezado a estudiar medicina.
Y dice que “Teio” es su modelo en todo porque, además de médico, también es músico. De hecho, fue quien empezó a tomar clases de música con el ilustre Lucas Braulio Areco, que fue su profesor de guitarra. “Sin embargo yo, lo hago de vista y de oído. Nunca fui a estudiar. Lo mismo pasó con la pintura. Soy autodidacta. Por eso digo que fue mi guía, y lo seguí, estudiando medicina. Fui a Rosario un año antes, porque él ya estaba allá, hice la carrera y la especialidad de pediatría en el Sanatorio de Niños, de Rosario”, comentó.
Además, “estuve cuatro meses con Rotación por el Servicio de Neonatología del Hospital Interzonal Especializado Materno Infantil, de la ciudad de Mar del Plata. Necesitaba esa práctica y ese conocimiento porque yo tenía la intención de recibir a los niños. Finalmente, acá traje al mundo a más de siete mil, en 37 años de pediatra. Ahora estoy en la etapa de retirada, pensando en jubilarme. Después de muchos años de estrés, me estoy dedicando a cuestiones más tranquilas como la pintura y la música, porque, paralelamente a la medicina, siempre estuve en contacto con el arte”, expresó, mientras entrelazaba sus manos manchadas con distintos tonos de acrílico.
Inicialmente, en los años 70, conformó con su hermano y otros dos posadeños (“Jimmy” Ledesma, baterista, y Rodolfo Otero, segunda guitarra), uno de los primeros grupos de rock de Posadas, que se llamaba “Prana”. Ese suceso está registrado en el libro “Rock en Misiones. Canciones con historia”, publicado en 2017, por la periodista Lara Schwieters. “Me dedicó un capítulo porque fuimos uno de los primeros grupos de rock de la ciudad. La particularidad era que no hacíamos el repertorio habitual de otros grupos locales, como: Jalea de Frutilla, Los Dallmann, Los Bicker’s, Los Dollars, que eran para animar fiestas, sino que nos inclinábamos por un repertorio más de recital, con temas de Los Beatles, Creedence, Pink Floyd, Deep Purple, Simon & Garfunkel”, rememoró.
Su papá, Félix Salvador Tabbia, era ingeniero químico. Fue fundador de la carrera de Ingeniería Química y primer decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la UNaM. Su mamá, Ethel Concepción Paiz, fue maestra en “Flor de Ceibo” y gerente de una empresa de cosméticos.
Concretaron varios recitales, dos de ellos en el Teatro Español, en 1976. “Se hizo una función y, debido al éxito, tuvimos que repetirla a las pocas horas. Después de dos fechas más, el grupo se disolvió. Pasó la efervescencia del éxito, pero fue muy lindo. Al punto que quedaron algunas canciones para la historia del rock de acá”, acotó quien actualmente hace música como un hobby y tiene muchos temas en inglés y en castellano, subidos a la red social YouTube y, con “Teio” conforma el grupo Retorno Rock Clásico.
Para “Araucarias y Aves de Misiones”, la muestra -declarada de Interés Social, Cultural y Educativa- que realizó en varios espacios de Posadas, Tabbia compuso un gualambao que fue grabado con otros músicos de la ciudad. La producción estuvo a cargo de Osvaldo de la Fuente; la voz principal fue de Ana María Bertrán; la segunda voz, del propio autor; el violín de Zacarías Phillips y la percusión de Lito Dartois. Indicó que “Sin voz” refiere al canto de una araucaria “que está viendo su fin, debido a la tala indiscriminada. A través de la canción se expresa el sentimiento de protección de la especie que está en peligro de extinción”, expresó, quien, en su taller, completa un mural de 2×7 metros referido a la historia de Misiones, al que cada tanto le agrega un personaje.
Confió que desde niño la naturaleza “ejerció sobre mí una gran atracción, en especial los árboles regionales. Pero hay una especie, la araucaria -declarada Monumento Natural Provincial en 1986- que siempre fue inequívoca ejerciendo una inevitable fascinación sobre mí”. Y es lo que lo motivó “a plasmarla en esta muestra, y que se repite en muchos de mis paisajes, desde hace décadas”.
Quien participa de numerosos concursos, salones y exposiciones a nivel provincial y nacional, aseguró que, en lo personal, “sería muy gratificante que esta exposición colaborara en algún sentido a tomar conciencia de la belleza de las especies que nos rodean, y de la necesidad de su preservación”.