Y un día decidimos ser nosotros mismos, pero no a todos vamos a convencerlos de que nos amen y acepten tal cual somos. Sin dañar a nadie, que nuestros actos surjan desde lo más profundo de nuestro corazón.
María Leyes reflexiona: Vivimos rodeados de gente: familia, amigos, conocidos, compañeros de trabajo y la vida de cada uno es diferente a la del otro. A unos, la vida los trató mejor que a otros, unos lucharon más que otros en su vida.
Ahí es donde aparece este “demonio llamado envidia” y se esconde tan cerca de ti porque es invisible a tus ojos, pero la puedes percibir como mala vibración, negatividad, en comentarios con “mala leche”. La notarás en burlas, críticas y juicios contra ti, contra lo que digas o hagas, y todo vendrá de la gente que te rodea: “amigos, familia, conocidos, compañeros de trabajo, etc”.
¿Sabes por qué lo harán? Por una razón muy simple: tu haz hecho lo que ellos no pudieron hacer, tú eres lo que ellos soñaron ser y no lo lograron. Tú tienes lo que ellos no tienen y puede ser algo como la felicidad, el entusiasmo, el carisma, la paciencia, la disciplina, la alegría.
Y esperan con ansias infinitas un fracaso tuyo, un tropiezo para celebrarlo y saciar su mente y su corazón enfermo. Pero nada de eso a ti te detendrá porque esa es tu esencia, tu espíritu valiente, y seguirás adelante como si nada hubiera pasado, entendiendo que los que poseen ese “demonio llamado envidia”, son seres infelices, frustrados, amargados, sin sueños y un ser sin sueños es un ser muerto en vida.
Recuerda: todo lo que hagas en gracia divina y armonía perfecta nada ni nadie lo detendrá. Como decía don Quijote: “si los perros ladran es señal de que vamos avanzando”, sigue adelante y nunca olvides que Si Dios contigo: ¿quién contra ti? Sin maldad en tu corazón.