Según los últimos informes, la inflación interanual alcanzaría el 117,6% a fin de junio mientras que la carne vacuna cerraría con aumentos acumulados de 70%, en los últimos 12 meses, según datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCV), ya pierde 46%.
Para junio, las estimaciones privadas vuelven a marcar un retroceso en el rubro alimentos que corrió al 10% en los primeros meses del año, y apuntan a la desaceleración tanto de la carne como frutas y verduras. Según la consultora LCG, en la última semana de junio, las verduras se incrementaron 1,8%, los lácteos y los huevos 1,5%, el azúcar 1,2% y el aceite 0,5% mientras que los precios del pan, la carne y las frutas mostraron variaciones ínfimas entre 0,4 y 0,9%.
En la estimación mensual de la consultora, cuyo director ejecutivo es Guido Lorenzo, los alimentos se encarecieron 5,6% en el sexto mes del año, lo que representa una baja de 3,3 puntos porcentuales desde el pico de mayo, de 8,9%.
En este corte, tras los picos que se registraron en el primer trimestre, también se destaca la baja incidencia de carnes (4,3%); Verduras (1%) y Frutas (0,1%).
Particularmente, el precio de la carne es uno de los que más llama la atención por el peso que imprime en la canasta de alimentos de los argentinos.
“Hubo una sobreoferta en los primeros meses del año producto de la seca y no de una mayor producción de terneros, pero fue declinando de abril a junio”, explicó Florencia Gutiérrez, del Observatorio de Precios del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).
Ya se ve retención de carne en los campos; es posible que este agotamiento de la oferta comience a presionar en los valores de hacienda y se traslade al mostrador en el último tramo del año”, agregó.
¿Cuándo aumentaría?
Por un lado, el Gobierno celebra el precio de la carne que le genera un amplio oxígeno sobre el IPC y mantener con variaciones moderas el programa “Cortes cuidados”, sin embargo, el sector ganadero se mantiene en alerta por las consecuencias de la sequía que obligó a rematar cabezas en un contexto de caída de precios internacionales.
“Una oferta muy alta, una demanda interna agotada, que solo se apoya en los bajísimos precios reales de la carne vacuna. Un mercado chino a la baja, con nuevas caídas en los valores pagados por la carne”, resumió Ignacio Iriarte especialista en mercado ganadero.
La faena, especialmente de vacas y de hacienda liviana de feedlot, se mantendría muy alta -cerca de los récords históricos- por lo menos por tres meses más, explicó Iriarte y señaló que la expectativa de una recuperación importante en los precios del ganado se corre para el último cuatrimestre del año.
Para entonces, se espera que la oferta ganadera caiga entre 15 y 20% con respecto a los niveles actuales, que la demanda china, que supone el 75% de las exportaciones argentinas, se haya recuperado, aunque sea en parte.
Demanda china
Distintos analistas indican que el mercado chino luce “desinteresado”, con precios a la baja y con una influencia muy negativa sobre los negocios del enorme stock acumulado de carne importada.
En este escenario, el segundo semestre se muestra mejor en materia de precios y demanda internacional, lo que expresa la posibilidad de mejorar los precios en el mercado interno.
“De esta combinación de clima, mercados y política económica, es difícil proyectar con certeza qué puede salir”, coinciden economistas pero aseguran que tarde o temprano el mercado ganadero buscará recuperar cerca de 40 puntos perdidos contra la inflación general.
Según los datos relevados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación la producción de carne bovina creció 10% entre enero y mayo de este año, respecto a igual periodo del 2022. En los primeros cinco meses de 2023 se produjeron 1.357.886 toneladas equivalentes a res con hueso.
“El crecimiento logrado motorizó un aumento del consumo per cápita, que alcanzó los 50,44 kg en mayo; y al mismo tiempo sostuvo una dinámica de crecimiento de las exportaciones que alcanzaron las 390.209 toneladas equivalentes a res con hueso, logrando así un incremento del 13,31% entre enero y mayo, en comparación con el mismo periodo de años anterior”, destaca la Secretaría nacional.
¿Cómo impacta el poder adquisitivo en el consumo?
Pese a que el consumo se ubica en mínimos históricos, en 2023, los argentinos superarán cómodamente a los dos países que continúan en el podio: Uruguay y Estados Unidos, donde el habitante promedio consumiría 43 y 37 kg, respectivamente.
Los cambios en la economía y el poder adquisitivo se van reflejando en el tipo de consumo de los argentinos y, en ese sentido, la composición de la dieta cárnica del habitante promedio sería: 46% de carne bovina, 39% de carne aviar y 15% de carne porcina, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
La proporción de carne bovina habría aumentado 2,3 puntos porcentuales respecto al 2022, alcanzando niveles cercanos a los de 2019.
Además observa que desde el año 2002 la carne vacuna ha ido perdiendo representación en la canasta de consumo, siendo reemplazada por las otras dos fuentes de proteína animal: pollo y cerdo.
En el 2016 el consumo bovino empardó con los sustitutos, y desde entonces representa menos de la mitad de toda la carne que se come anualmente en las mesas argentinas. “Sin embargo, en los últimos 2 años la tradicional carne vacuna ha recuperado parcialmente su participación relativa, subiendo dos puntos”, apunta un análisis difundido en junio por BCR.
Como indicador de la capacidad adquisitiva de los salarios en términos de carne los economistas utilizan promedios anuales de las remuneraciones brutas desestacionalizadas, informadas por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), y se dividen por la media anual del precio del kg de asado para el mismo período, relevado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).
Así calcula que hoy, la remuneración bruta promedio del sector asalariado alcanzaría para comprar 163,5 kg de asado en el 2023, lo que refleja una recuperación respecto del piso relativo de 2021, cuando el poder de compra de los sueldos era de 134 kg.
Este punto, puede ser uno de los factores que explican el incremento en el consumo cárnico que se viene experimentando este año.
“Sin embargo -aclaró-, es importante mencionar que, a pesar de ser una recuperación en el corto plazo, el poder de compra de las remuneraciones en términos de carne todavía se encuentra casi 10 kg por debajo del promedio de los últimos 10 años”.
Además, precisó que la medición contempla la remuneración bruta – no la neta- del sector asalariado privado, lo que deja afuera monotributistas, trabajadores autónomos y asalariados del sector público, entre otros.
Fuente: Medios Digitales