Aunque la novedad bien podría ser que la Cámara de Diputados de la Nación volvió a sesionar, actividad sumamente difícil si las haya a la luz del volumen de sesiones realizadas en lo que va del año, la noticia pasó por el vano intento de un bloque de mover a la acción uno de los temas más preocupantes para millones de familias argentinas: los alquileres.
Con renovaciones de contrato que superan holgadamente el 100% merced al monumental fracaso que representa la ley vigente, en un atisbo de empatía la oposición en el Congreso intentó ayer, a través de un apartamiento de reglamento, habilitar el tratamiento de un proyecto de derogación de la norma que rige desde hace tres años fruto de una larga construcción transversal entre 2019 y 2020.
La iniciativa presentada ayer por un diputado opositor fue sorpresiva hasta para los propios legisladores, que quedó muy lejos de los tres cuartos de mayoría que necesitaba: cosechó 102 votos positivos, contra 113 rechazos y nueve abstenciones.
El argumento oficialista para rechazar la iniciativa opositora fue que no se iba a votar nada que dejara en desventaja a los inquilinos… como si no estuvieran en esa triste posición desde hace años.
De fondo, la movida oculta el desinterés del Congreso y la intensidad de las presiones de partes interesadas. La oposición buscó dejar en evidencia la falta de interés y empatía del oficialismo en resolver una de las grandes preocupaciones de la ciudadanía vinculadas al acceso a la vivienda.
Pero al mocionar una derogación y un proyecto que no tuvo trato en comisión, ocultó los detalles de una iniciativa que volvía de dejar en evidente desventaja a los inquilinos.
Así las cosas, uno de los temas más sensibles para millones de familias argentinas volvió a quedar entrampado en la grieta y los intereses mezquinos. Aunque frente a los datos duros de la realidad, no es nada distinto a lo que se vio y se ve en lo que va de esta Legislatura.