El aprendizaje desde la psicobiología consiste en la inducción de cambios neuronales relacionados a la conducta como consecuencia de la experiencia.
Entonces quiere decir que llevando a cabo algunas acciones específicas o generales sería posible intervenir en nuestro sistema nervioso central y encontrar así la llave para abrir la puerta de la transformación. Esto es algo que muchos creen imposible y a otros nos obsesiona al punto de investigar por los confines de la psiquis o las profundidades del principal órgano propulsor de vida y linaje.
De acuerdo con Rupert Sheldrake, son varias las acciones o prácticas que validadas por la ciencia contribuyen a generar un cambio en nosotros, entre ellas destacan la meditación, la conexión con la naturaleza, desarrollar un vínculo con los animales, el canto en coro, recitar mantras u oraciones, peregrinajes que hoy se conoce como asistir a sitios sagrados, participar de rituales y el agradecimiento.
Entre tantas cosas, hoy y desde hace unos días, mientras florecen las dalias en el portal de la noche más larga del año, se autorreferencia el invierno con cielos diáfanos y noches azules de frío. Sentirnos parte del ciclo es clave para sabernos parte de un todo material y energético.
Agradecer es reconocer la corriente y el flujo del que formamos parte. Recibimos muchas cosas gracias a otras personas y gracias a la naturaleza. Nuestra vida misma es un regalo como también lo es la Tierra y el sistema solar.
A partir de allí toda construcción biológica, física, social y cultural que nos define forma parte de un legado necesario de agradecer, reconocer como una parte intrínseca de nosotros mismos, pero que a la vez no nos pertenece. Es ser parte transitoria de un componente mayor que nos esperaba desde antes que existamos y que permanecerá cuando ya nos hayamos ido.
Ser conciencia implica manejarnos con tanta responsabilidad que el respeto y la aceptación, bajo estos supuestos y preceptos, no tendrían jamás que ponerse en situación de discusión.
Una práctica cotidiana para conectarnos con la gratitud puede ser tomar conciencia así como tomamos agua, sobre los bienes que disfrutamos, que nos hacen felices, que nos vuelven íntegros y completos. Enlistar lo que nos pasó y nos hizo bien, tomarnos un tiempo para que eso pase al plano consciente, tome fuerza y se repita.
Así tal vez podamos robustecer nuestro espíritu, engalanar nuestra alma y vivir bien con lo simple.