Nadie puede negarlo: el fútbol femenino finalmente pegó el salto. Sin embargo, en el marco de un proceso que camina sus primeros pasos, no todos ponen en valor el aspecto formativo, fundamental de cara a un futuro que se viene con todo.
En ese contexto, Guaraní Antonio Franco abrió meses atrás su escuelita de fútbol femenino que busca -justamente- equiparar las herramientas que se brindan tanto a los más chicos como a las más chicas. Y es que, hasta hace no mucho, el fútbol era cosa de varones. Y muchas de las chicas que jugaban empezaban a hacerlo ya de grandes.
“Creo que hacen falta escuelitas. Con el crecimiento del fútbol femenino, quedó en evidencia la falta de formación. Los clubes de otras provincias nos llevan ventaja en ese sentido, incluso en Oberá ya se juega un torneo femenino de infantiles. Y se nota mucho la diferencia cuando una jugadora tiene una formación desde chica”, reflexiona ante EL DEPORTIVO la jugadora Macarena Rodríguez (23), quien tomó la posta y se hizo cargo de la escuelita de La Franja, reservada para jugadoras de entre 6 y 13 años.
La idea surgió en 2022. Y es que Guaraní tiene equipo femenino tanto en la Primera como en la Reserva de la Liga Posadeña de Fútbol (LPF), pero faltaba la tercera pata, categorías infantiles que sirvan para nutrir en el futuro los planteles superiores.
“La idea de la escuelita surgió el año pasado, pero por cuestiones de tiempo no se pudo plasmar hasta este año. Lo veníamos hablando con Antonella Cancelarich y la verdad es que sentíamos como una necesidad tener una escuelita. Y finalmente abrimos las puertas hace unos tres meses”, contó Maca en relación a Antonella, otra referente del fútbol femenino misionero y, además, su compañera de equipo en la Primera femenina y directora técnica de la Reserva de Guaraní.
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Una vez que la escuelita abrió sus puertas, las primeras en acercarse fueron las chicas del barrio. Sin embargo, la noticia corrió y la convocatoria se amplió en las últimas semanas. “Estas chicas van a llegar a los 16 o 17 años con otras herramientas, como sucede con los varones, que a esa edad ya tienen mucha técnica y visión de juego porque empiezan a entrenar desde pequeños”, reflexiona Maca, quien entonces subraya que el principal objetivo es “equiparar un poco eso e ir sumando, para que el día de mañana todos los clubes tengan su escuelita femenina”.
Maca sabe de lo que habla. Cuando empezó a jugar al fútbol tenía 7 años y, claro, la realidad del fútbol femenino era otra. “En ese entonces no había escuelitas y las que jugábamos, lo hacíamos porque nos gustaba mucho el fútbol”, recuerda Rodríguez, quien pese a sus 23 años carga con toda una trayectoria junto a la redonda: tras jugar en Huracán de Rocamora -“en aquel entonces, el único club con fútbol femenino era Huracán, y acá no había nada más”, recuerda- fue convocada a la Selección argentina tras participar en un torneo en Santa Fe. Tenía apenas 13 años.
“Entrené un año con la Selección, llegué a disputar varios partidos amistosos, pero no pude participar en el Sudamericano Sub-17 porque era muy chica”, recordó Maca, quien volvió el año pasado a Buenos Aires pero con Guaraní y para jugar ante River Plate la fase nacional de la Copa Federal Femenina de AFA.
“Con todas esas experiencias, puedo decir que acá en Misiones todavía nos falta, otras provincias llevan mucha ventaja. Acá en Guaraní, nosotras entrenamos y contamos con todas las herramientas para poder desempeñarnos de la mejor manera, con gimnasio, nutricionista, etc… Para nosotras, todo eso es algo nuevo, pero en otros lados es algo común”, se lamenta la volante ofensiva, quien entonces abre el juego: “ojalá todos entendamos la importancia de las formativas en el fútbol femenino para que esto siga creciendo”.
Sobre el final, Maca viaja entre sus recuerdos y rememora algunas de entre tantas anécdotas que le dejó el fútbol. Y vuelve a centrar la mirada entre las nenas, que corren con pelota dominada en el gimnasio del club, en Villa Sarita. “Las veo a ellas y me veo reflejada, me veo cuando tenía 7 u 8 años, con esas ganas enormes de jugar, de patear la pelota. Ojalá que ellas puedan tener las puertas abiertas y sepan que en el fútbol no hay límites”, cierra.