Al contrario de lo que puede presumirse a simple vista, el mundillo de la pesca no es un deporte colmado de hombres. Las mujeres también son adeptas al deporte del silencio y en Misiones ejemplos sobran.
Entre las apasionadas pescadoras están Pelusa Bordín, Elsa Zapaya, la desaparecida Marta Medvedeff, Alba Almeida, Dora Cerdán, Patricia Haser, Matilde Paiva y tantas otras. También, Alicia Talavera, quien actualmente es una de las máximas exponentes femeninas de la pesca deportiva de nuestra región y ostenta un rico historial en competencias de la Confederación Argentina de Pesca Deportiva y Lanzamiento (CAPyL) y de la Confederación Sudamericana de Pesca y Lanzamiento (COSAPyL).
Hoy quiero contarles acerca de la pionera en la práctica de la pesca deportiva y competitiva en nuestra provincia: Salvadora Sokol, quien con más de 60 años compartiendo su vida con Ladislao -su compañero de ruta- marcaron a fuego su paso por esta disciplina.
Sus primeras experiencias en el ambiente de la pesca se fueron desarrollando en el refugio que el Pira Pytá tenía en la zona de Miguel Lanús. Precisamente en aquel lugar, con su casita de piedra ornamentada con un enorme ancla donada por la empresa naviera Dodero y que llevaba el nombre de Don Lorenzo en homenaje a Lorenzo Bianchi, un director de escuela y joyero de la calle Junín, que estaba catalogado como un eximio pescador y que había fallecido en aquel entonces. Aquel lugar era muy propicio para la pesca pues estaba en la cercanía de la isla Cañete, paraíso para la pesca de dorados y pacúes, que eran las especies predilectas de Ladislao.
Charlando con ella esta semana, el brillo en sus ojos se incrementaba con cada anécdota contada, recordando las pescas y los atardeceres allá en el Refugio Don Lorenzo, ese lugar que de a poco se fue convirtiendo en la Meca de los pescadores de nuestra ciudad. Ni hablar de los fogones en Semana Santa, cuando todas las familias pescadoras iban a acampar a ese maravilloso lugar en el que oficiaba de anfitrión su encargado, Félix “Hormiga” Fernández, un personaje que hasta el día de hoy es recordado por los memoriosos como un hombre en ejemplar.
Así transcurrían los años de esta pareja de pescadores y fruto de esta relación nacieron sus hijos José Orlando y Stella Maris.
Entre relato y relato, Salvadora me contó que cuando su hijo José Orlando tenía apenas 20 días de vida, tuvo su primera salida de pesca junto a sus padres: al momento que se prendía algún dorado y hacía llorar la chicharra de aquel viejo reel Pescador, lloraba también el bebé.
Recordó que cuando se programaban acampadas de más de dos jornadas también participaban de esos campamentos su perro y su loro, que ya habían adoptado al Refugio como su segundo hogar.
Con el tiempo, la pareja se volvió casi adicta a las competencias de pesca logrando destacadas actuaciones tanto a nivel regional y nacional e internacional y que, a lo largo del tiempo, lograron catalogarlos como uno de los máximos binomios representantes del Club Pira Pytá.
Entre sus actuaciones destacadas, trajeron para nuestra provincia el 1º puesto del Nacional de Dorado de los años 71 y 77. También, el Nacional Federativo de San Luis, donde Ladislao logró el 1º puesto; y el 3º puesto por Salvadora en Cruz del Eje, Córdoba. Sumado a todos esos reconocimientos, tuvieron destacadas actuaciones en las competencias nacionales que se realizaban en la isla del Cerrito, en Chaco; en Paso de la Patria, Corrientes; y en los torneos de nuestra provincia y de la vecina orilla guaraní sobre el río Paraná.
En el club de sus amores, su marido Ladislao ganó las primeras 20 Horas en 1970 compartiendo equipo con Herminio Cabral. En las ediciones posteriores participó junto a Salvadora a bordo de su embarcación llamada “No hay apuro”, convirtiéndola en la dama que más participó de las 20 Horas de Pesca a lo largo de la historia.
Y así entre anécdotas, transcurrió mi charla con Salvadora, que con sus 88 años, llevó casi 60 vividos en el ambiente de la pesca, el campamento y las competencias deportivas.
Le comenté que después de tantos años de haber desaparecido bajo las aguas del lago de Yacyretá, su lugarcito en el mundo estaba siendo reubicado en el predio de la Chacra 202 de Villa Cabello que el Club adquirió hace ya más de 40 años. Le dije que para mí y para otros tantos socios del Pira Pytá, sería un verdadero orgullo verla en poco tiempo más como madrina en la inauguración del nuevo predio y poder fotografiarla al lado de aquel viejo ancla que fue donado por la empresa naviera “Dodero”; puesto que para nosotros, los hombres de río, Salvadora fue y será la primera dama de la pesca deportiva.
Por Walter Goncálves