Remedios de Escalada tuvo una existencia corta. Murió el 3 de agosto de 1823, a los 25 años, víctima de tisis, enfermedad que la acompañó desde niña.
A los 14 cruzó miradas con un misterioso general que desembarcó en el puerto de Buenos Aires en 1812, y desde ese entonces, su destino cambió para siempre.
La hija dilecta del rico comerciante don Antonio de Escalada se convertiría así en la esposa del padre de la Patria don José de San Martín y la madre de su única hija, Merceditas.
Criada para desposarse con un hombre de fortuna y linaje, se rebeló contra las normas imperantes y se casó con un soldado, detestado por la familia. Dejó los lujos y se entregó al mundo austero que le ofrecía su marido.
Ofreció sus joyas para la causa y confeccionó, junto a las damas mendocinas, la bandera que enarbolaría su marido en el Cruce de los Andes.
Sin embargo, las ausencias constantes en las que la sumía San Martín, la obligaron a hundirse en la furia y la tristeza. Se sintió sola aunque siempre supo que la vida de la esposa de un soldado no era más que eso: acompañamiento en silencio.
Niña rica pero rebelde, fue testigo de las negociaciones más exasperantes de la guerra contra el yugo realista. Vivió sus propias batallas pero no pudo ganarlas.
Murió sola, sin la compañía del hombre que había amado: San Martín no abandonó la casa de Mendoza. Las exequias de Remedios fueron en la más completa soledad.
Pocos meses después, el General regresó a la ciudad que lo había traicionado y recogió a su pequeña Mercedes para emprender el camino del destierro. Antes, ordenó que erigieran un sencillo mausoleo para recordar a su esposa muerta, con una lápida que rezaba: “Aquí descansa Doña Remedios Escalada. Esposa y amiga del General San Martín.1823”.
Fuente: Ministerio de Cultura de la Nación (Por Florencia Canale)