Las tensiones económicas se acumulan. Vienen de un largo recorrido plagado de malas decisiones y coyunturas desfavorables. La crisis actual se explica en ese camino de errores no forzados, otros no tanto y también por eventos geopolíticos de alcance global.
Para los argentinos, de cara al futuro más inmediato, las expectativas políticas están puestas en el domingo 13 de agosto.
Las económicas, en cambio, están ancladas en el lunes siguiente, porque con los candidatos ya lanzados, muchas de las variables que dominan las economías familiares se verán alteradas sea cual sea el resultado de las Primarias.
Y si bien las definiciones se producirán en algunos días, mientras tanto siguen pasando cosas que afectan notablemente la estructura económica argentina y, por tanto, la dinámica social.
El mercado espera ese lunes 14 para ponerle precio al dólar, pero ahora mismo se advierte la aceleración del dólar blue, los movimientos bruscos en el mercado de futuros, la intensificación en la salida de depósitos del sistema bancario, intervenciones del Central para contener las cotizaciones en el mercado paralelo.
Todo ello describe un ambiente enrarecido que repercute fuertemente en la sociedad.
Los alquileres, por dar un ejemplo de un rubro sensible en un país con constante emergencia habitacional, suben por ascensor a tono con una inflación que no cede y se pactan por encima del Índice de Precios al Consumidor.
Agosto acaba de iniciar con otro pico en el ajuste anual que establece la ley vigente, pero dicho incremento -del orden del 109 por ciento- lejos está de resultar el único que ocurrirá este mes. De hecho se esperan nuevos saltos en la primera quincena.
A costas de haber sufrido lo que pasó, lo que está pasando y lo que pueda pasar el 13 y el 14 de agosto, todos quieren cubrirse y en ese escenario los que más pierden son los que menos tienen.
La incertidumbre es inherente a los procesos eleccionarios, pero se maximizan nutridas por crisis como la que padece el país desde hace varios años.