¿Por qué no salir de Argentina?, ¿por qué no conocer nuevos lugares?, ¿por qué no aprender otro idioma?, eran preguntas que daban vueltas por la cabeza de Ana Cristina Isabel Bernal (57), con más insistencia cuando esta posadeña, profesora de inglés, iniciaba los trámites para jubilarse.
De espíritu aventurero, sentía que, en su país, sabía lo que tenía que hacer, que era terreno conocido, por lo que comenzó a investigar sobre otras culturas, otras cuestiones que empezaron a interesarle. Lo bueno de esta historia es que sus hijos: Solange Vanessa y Aníbal Gabriel Núñez da Silva, también querían “pegar el salto” y fue así que “nos vinimos todos a Europa”.
Contó que cuando comenzó a pensar en irse, había iniciado los trámites para jubilarse. La idea era ir a Alemania donde, Mirta, su hermana gemela, vive desde hace más de 20 años. Pero investigando, “supe que los tramites son más complicados para establecerte legalmente, es más difícil conseguir autorización para residir. Entré a Youtube y mirando canales, encontré información sobre Porto, en Portugal. Una vez que elegí el lugar, miré las visas y había una D7, que es para jubilados y para gente freelancer. Así que comencé a buscar todo lo que pedían y, a la par, continuaba el proceso para la jubilación”.
Agregó que se sentó junto a sus hijos, con quienes siempre conversó sobre la posibilidad de salir del país y sobre probar suerte en otros lugares. “Una conversación llevó a otra, y mi hija se fue a Alemania. Como mi jubilación no salía, mi hijo se adelantó y viajó a Portugal. Él llegó en febrero de 2022 y yo, en junio, y me encantó”, sostuvo, al tiempo que admitió que “no tenía intenciones de quedarme porque siempre me gustó conocer, pasear, viajar”. Además, su amiga, Claudia Reyes de Rolin, también había decidido emigrar a Brasil con su familia.
En el curso de portugués “saben que somos argentinos por el termo y el mate que está en la mesa de cada uno. Muchos extrañan comidas, a mí es algo que no me pasa. Poder comer salmón, frutas variadas, kiwi, arándanos, todos los días, sin tener que pensar en lo caro que es, es valioso para mí”.
Bernal es profesora de inglés, egresada del Instituto Montoya, y licenciada en inglés, recibida en la Universidad Nacional del Litoral, de Santa Fe. Se desempeñó en colegios privados como “Madre la Misericordia”, en escuelas estatales, en la EPET Nº2 y la Polivalente Nº8, entre otros.
“Me fui corriendo de un lado a otro, como hacemos todos los profesores, para alcanzar las 42 horas. Dejamos el hogar, los hijos, y muchas otras cosas. Ser profesor no implica solamente las horas frente al alumno, sino la preparación. Hay quienes no aprecian ese trabajo, pero uno llega a la casa y el horario laboral no termina, como quizás suceda en otras profesiones, sino que concluye cuando se termina de corregir, se termina de preparar las clases, de organizar, de mandar las notas a los preceptores. Es un trabajo que demanda un montón de cosas, tiempo, dedicación, constancia”, explicó.
Se pasó trabajando en la docencia a lo largo de 32 años, en escuelas secundarias y con alumnos particulares que se acercaban a su casa. También en el Instituto Ackerley, con excelentes docentes y mejores personas. “La gente que me conoce sabe que me encanta inglés, que es mi vida, mi pasión”, comentó.
Lo que más cuesta
Sostuvo que, con sus hijos, “lo pensamos mucho antes de venir. Yo tenía un cuadernito de unas 40 hojas donde anotaba todo lo que sabía de Portugal y, mi hija, de Alemania. Una vez que nos decidimos que estaba todo planeado cómo íbamos a hacer, lo difícil fue comunicarle a mi mamá, Carmen Bermúdez -que falleció en febrero pasado y que era lo más importante-, con quien íbamos a cumplir el ritual de tomar mate y conversar todos los fines de semana -sábado y domingo-. Si bien ella trató de decirme que estaba todo bien, eso fue lo más difícil, lo que más dolía”.
Insistió que “lo más difícil fue anunciarle que Solange se iba primero. Después, decirle que también mi hijo y yo nos veníamos para Europa. Es lo que más cuesta. El despegue, el animarse, el bancarse las consecuencias y asumir que todo tiene consecuencias. Pero uno lo hace pensando en sus hijos”. Marcos Bernal, su hermano, se quedó en Posadas, y “está siempre para cuando lo necesito. Y, en lo posible, siempre trato de estar también para él. Mi papá Benjamín, mis sobrinos, mi cuñada, son la familia más cercana que tengo ahí”.
Mi hijo siempre dice que los lugares son todos iguales, lo que importa es con quien estás, quien te rodea. Conocí a gente maravillosa. Con Gladys Britez, mi amiga misionera, compartimos mucho. Hay experiencias que tomo de las personas que conozco. Tengo otro grupo con Claudia y Fernanda, que vienen de Argentina y están en el mismo proceso. Nos juntamos, tomamos café, y eso hace que la adaptación sea más fácil”.
Los que supieron de la decisión insistían con: ‘¿Por qué te vas? si tenés todo: casa propia, auto nuevo, alumnos particulares, trabajo, estas a punto de jubilarte y podés vivir re bien’. Es cierto. Tenía todo. Pero “yo siempre hacia la pregunta al revés: ¿y por qué no? ¿por qué no intentar nuevas cosas? ¿por qué no otro desafío? Sentía que no tenía nada que perder. Mi casa está alquilada y con el dinero de la venta del auto, viajamos los tres”.
Nuevo comienzo
En su nuevo destino, comenzó trabajando en la cocina de un restaurante que ofrece música en vivo. “Me encargaba de hacer algunos platos, algunas ensaladas y también de toda la vajilla. Muchos se sorprenden cuando los que emigramos venimos a estos países a hacer lo que yo realicé: estar en la cocina, ser mozos, trabajar en limpieza, pero creo que cada uno tiene una experiencia diferente. A mí me tocó un lugar realmente con buena calidad de gente. Tenía que estar a las 16 para comenzar con los preparativos de los platos, ayudaba a preparar los que se iba a consumir en la noche y terminaba tipo 1.30. Eran entre 9 y 10 horas de trabajo, mientras que en Argentina trabajaba 14 horas como mínimo por día”, graficó.
Antes visitó Inglaterra, Holanda, España, Francia, Italia, Alemania. Ahora “tengo que quedarme hasta tener la residencia. Mientras, estoy conociendo el Sur de Portugal. Algarbes es hermoso. Nazaret donde están las olas más grandes y adonde llegan los amantes del surf para disfrutarlas, tiene paisajes hermosos”.
Entiende que, “cuando uno quiere las cosas tiene que trabajar en todos lados, sea en Argentina, Portugal o en cualquier país. Y lo importante de recibir el sueldo en euros es que se puede comprar un iPhone, una computadora, una impresora, sin dejar la vida, los pulmones, el hígado, como dice mi hija, empeñado en tener las cosas. Porque acá vale la plata, vale el sacrificio”.
Después de ocho meses, dejó el restaurante porque necesitaba tiempo para estudiar portugués. Al mismo tiempo, con su hija Solange, que también es profesora de inglés, dieron vida a una academia online, a la que llamaron “More Than Learning (Más Que Aprender)” y a la que los alumnos acceden mediante la página web.
“Estamos trabajando con el contenido y tenemos algunos alumnos particulares, como Sofía y Marcelo, que son de Posadas, y otros residentes en Portugal. La importancia del idioma se refleja cuando uno sale del país. En Europa, todos estudian inglés como segunda lengua. El castellano es apreciado en todos lados, la gente también quiere aprenderlo, pero el inglés es necesario para el turismo. Acá en Porto el turismo es lo que marca la diferencia, entonces hay que venir preparado con un nivel como para poder atender a los clientes”, remarcó.
Bernal desarrolla tareas de manera online, “así que el trabajo es tranquilo y hago lo que me gusta, que de eso también se trata”, continuó. “Aquí los inmigrantes tenemos asociaciones de apoyo que nos brindan clases de portugués. Somos un grupo de latinos (hay colombianos, peruanos, chilenos, argentinos), al que nos tildan como el más divertido del lugar. Y por algo es. Los latinos tenemos algo que nos diferencia en todos lados. Se trata de un grupo excelente. Nos apoyamos, estudiamos juntos, nos juntamos para socializar, para ir al cine al aire libre, a la casa de alguien que se mudó, a compartir un almuerzo, a tomar un mate a la orilla del mar o en un parque”, celebró.
Confió que la adaptación depende mucho de cada uno. Es muy personal. “Mucha gente viene sola y extraña. Por lo general, se extraña mucho. Si bien la tecnología permite hacer videollamadas y se puede hablar por horas, para mí fue fácil porque mi hija está en Alemania, a poco más de una hora en avión, y tengo el metro cerca. Para ella es muy fácil venir. Vivo con Aníbal, así que no tengo esa necesidad de pensar adonde están mis hijos, cómo estarán, porque los tengo cerquita”, comentó.
“Las mujeres somos más abiertas para salir a cenar, a conversar o a tomar un café con amigas que conocemos. Los que integran grupos de Whatsapp ayudan un montón a quienes lo necesitan”.
Insistió con que la adaptación cuesta “cuando se viene solo o si no está fuerte ese sentimiento de qué es lo que realmente quiero. Sé de mucha gente que regresa, pero es algo personal. No solo el dinero es importante, también las personas. Si bien acá muchos encuentran una estabilidad económica, la parte afectiva, de los amigos, sobre todo para los jóvenes, es importante. Pienso que hay que darse tiempo, por lo menos dos años, porque nada es mágico, todo sucede de a poco. Como en todo país hay reglas que cumplir, hay documentación que presentar, todo es burocrático, hay cosas que no dependen de uno. El tiempo para poder tener la residencia es, como mínimo, dos años y medio, el organismo encargado está cambiando de nombre y está cambiando la manera de hacer las cosas, lo que hizo que todos los trámites se vuelvan más lentos. Portugal recibe a un flujo muy grande de gente que viene para quedarse, eso es una contra porque todo se atrasa”, se explayó.
Pero, “mi experiencia es positiva. Espero tener la residencia provisoria para volver a Argentina a visitar a mi hermano, a mi papá, a mis sobrinos. Un abrazo es algo que no tiene comparación. Tengo cosas por resolver allá, así que volveré siempre. Amo a Argentina. Los que están acá, colombianos, peruanos, chilenos, que conocen Argentina dicen que es un país hermoso. Y la verdad que es excepcional, pero nos tocan vivir épocas que son de cambio y hay que ver cómo se dan. Los que estamos afuera miramos diferente la realidad, pero sabemos que el argentino es una persona luchadora y que a pesar de todo se reinventa. El corazoncito siempre también está en Argentina”.