Cualquiera pensaría que el resultado de las elecciones primarias y sus efectos en la economía, la política y la dinámica de la sociedad empujarían a la dirigencia a dar muestras de empatía para dar respuestas a los principales problemas que afrontan los argentinos.
Nada más hubo que esperar unas horas para entender que nada cambió. Una feroz devaluación, las echadas de culpa hacia afuera de siempre y todo siguió como si nada.
En medio de tantas tensiones hubo en la Cámara de Diputados de la Nación un intento por frenar la crisis del mercado de los alquileres y si bien el proyecto que recibió media sanción está lejos de ser el indicado, es de destacar que hubo quienes se interesaron en cambiar algo de todo lo mal hecho por el mismo Congreso hace tres años.
La ilusión de quienes esperamos respuestas de la dirigencia volvió a durar lo que una promesa de campaña. El Senado, responsable de dar la sanción definitiva a la modificación de la ley de Alquileres se inclinó por dilatarla.
Es así que hoy, en medio de la crítica situación que atraviesan millones de inquilinos por la reducción de oferta de inmuebles y la disparada de los precios solo en el último mes los valores para los nuevos contratos sufrieron un incremento del orden del 20%), el Senado optó por mantener la incertidumbre.
“Nos tenemos que tomar los días que hagan falta”, soltó uno de los protagonistas de la nueva jornada de decepción de inquilinos y propietarios, como si el Senado sesionara todas las semanas. De hecho, vale advertirlo, la Cámara alta se reunió en el recinto apenas una vez en lo que va del año.
Hace tres años y luego de meses de análisis el Congreso presentó la ley vigente como la solución a la crisis de los alquileres de entonces. En apenas un mes quedó claro que era un fracaso mayor y por años nada hicieron los legisladores para reparar el daño causado. Hoy no es distinto… nada cambió, salvo el tamaño de la crisis.