¡Aaah! Qué bien nos sentimos al finalizar la práctica de Yoga, qué placentero es respirar suave y profundamente en el ahora, qué sensación de paz y bienestar, qué serenidad y armonía; es como acercar el cielo a la tierra en el mundo incierto y violento de hoy.
Entonces nos quedamos sentaditos en la mat, abrimos el librito y el señalador nos muestra que nuestra anterior lectura de la hermosa y abarcante sabiduría del Maestro y Poeta Rabindranath Tagore, siempre vigente, finalizaba así: “El mal no es infinito. Nuestro ánimo goza de libertad para poder descubrir que su verdadera vía conduce a la bondad, al amor, que sí son infinitos, y solo en el infinito es posible la realización perfecta de la libertad”.
Y ahora seguimos leyendo:
“Nuestra voluntad puede ser libre, no con respecto a las limitaciones de nuestro yo, no en los dominios de maya (ilusión) y de la negación, sino en los caminos de lo ilimitado, en la senda del amor y de la verdad”. Pero en lo cotidiano “todo comporta ese dualismo de maya y de sathyam (verdad), de apariencia de verdad”. Porque “las palabras son maya mientras son limitadas y no representan más que sonidos; son sathyam cuando representan ideas y se extienden al infinito.
Nuestro Yo es maya cuando no es más que individual y limitado, cuando considera su aislamiento como absoluto; es sathyam cuando reconoce su esencia en lo universal y lo infinito, en el Yo Supremo, el Paramatman”.
Y agregaba el Maestro: “El ‘Yo Soy’ eterno habla por el ‘yo soy’ que está en mí. El ‘yo soy’ individual alcanza su objetivo perfecto cuando realiza su libertad en armonía con el ‘Yo Soy’ infinito. Es entonces cuando halla su mukti, su liberación, fuera de la presión de maya, de la ilusión, de esa apariencia producida por avidya, la ignorancia. Así halla su emancipación en el santam sivam advaitam, en perfecto y dichoso reposo dentro de la verdad, en perfecta unión dentro del amor”.
Adelantándonos unos párrafos leemos: “Nuestro yo debe fusionarse reiteradamente en lo universal y traspasarlo a cada instante, aunque no sea más que para refrescar su vida individual”. Namasté.