“Siendo muy sincera ante todos, he perdido el número de denuncias que he hecho, la verdad que son interminables los robos; además de eso hace unos años hemos sufrido tres incendios graves”. La cruda descripción que una directora de escuela desarrolló sobre la institución que administra expresa una realidad que debe ser asumida y, por tanto, resuelta.
El del CEP 1 en el barrio Yacyretá en Posadas es nada más que un ejemplo de una situación que amenaza con tornarse cotidiana a la luz de los acontecimientos en barrios de toda la provincia.
Numerosos robos menores y otro no tanto, como el sucedido ayer en Eldorado que conmocionó a esa comunidad, marcan un paso hacia adelante de la criminalidad y deben ser el punto de inflexión para frenar la inercia delictiva.
La resignación de una directora no debe ni puede ser la respuesta a un flagelo que todavía encuentra pocos obstáculos para crecer. El Estado en toda su amplitud (política, legislación, justicia, seguridad, etc) debe trabajar para moderar el impacto de la criminalidad.