Con la suspensión del cobro de retenciones a las exportaciones lácteas por los próximos noventa días, una medida dispuesta ayer que representa 10.000 millones de pesos, el ministro/candidato Sergio Massa lleva hechos anuncios económicos por un total de dos billones de pesos en poco más de un mes.
El sacudón que representó la dura derrota en las elecciones Primarias puso en campaña el aparato estatal y abundan las maniobras para intentar remontar ese incómodo tercer lugar y también para compensar los efectos negativos de la devaluación decretada el fatídico lunes 14 de agosto.
No es para menos, más allá de las chances que sume o reste el ministro/candidato a partir de sus anuncios, la inflación general del mes pasado -devenida de la devaluación y la propia inercia de los precios-, fue del 12,4%, con el rubro alimentos registrando un alza promedio del 15,6%.
Así las cosas, dos billones de pesos parecen una locura en tan poco tiempo, pero con la crisis descontrolada y ejerciendo mayor presión sobre los devaluados bolsillos argentinos, pareciera que nada es suficiente.
Para colmo de males el recalentamiento de precios mayoristas oficializado el martes asegura un piso muy elevado para el IPC del mes en curso que se conocerá apenas diez días antes de la primera vuelta electoral.
Técnicamente hoy se puede asegurar que la inflación de septiembre tiene un piso de 11% y ese índice es el resultado de una inflación semanal del 2% de aquí a fin de mes.
Pero tratándose de la convulsionada Argentina, de las fenomenales debilidades de su moneda y su Banco Central, de una administración en la que la falta de cálculos fue y es una constante y del ingreso a la recta final hacia las elecciones presidenciales, cualquier previsión técnica es imposible e improbable.
Entonces dos billones de pesos en poco más de treinta días ya no parecen tanto y aquel o aquella que gobierne el país durante el siguiente período tendrá que sumar esa suculenta cifra a los asientos contables.