Por más que el discurso recalcitrante sostenga que hay vagos que viven de las asignaciones universales por hijo (AUH), estas sirven cada vez menos.
La exsenadora Hilda “Chiche” González de Duhalde aseguró en mayo de 2015 en una entrevista televisiva que “aunque parezca mentira” niñas “de 12 o 13 años” se embarazan para cobrar un plan social.
“En las unidades sanitarias, algunas obstetras me cuentan que las chicas dicen: ‘Estamos haciendo salario’, porque les van a dar 400 pesos”, apuntó entonces “Chiche” Duhalde, en declaraciones al canal de cable CN23.
Y, en agosto del 2022, el tema volvió a los medios cuando el diputado nacional por Avanza Libertad José Luis Espert habló en una entrevista en Infobae sobre el gasto del Estado y la AUH, donde declaró que “si Argentina no pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, Argentina va a ser una gigantesca villa miseria en otro medio siglo, luego de 60 años de decadencia”, y aseguró que existen datos que muchas familias tienen hijos para tener un plan.
Las declaraciones corresponden a un discurso muy instalado dentro de los sectores conservadores, que afirma que “los sectores pobres están creciendo y reproduciéndose incentivados por la retribución económica que perciben de los planes sociales”. Sin embargo, las estadísticas dicen lo contrario.
En los últimos ocho años, la AUH, que cobran desempleados y trabajadores informales padres de menores de 18 años, perdió un tercio de su valor, según un reciente informe del mercado laboral del Centro de Investigación y Formación (CIFRA) de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA) que elaboraron Mariana González y Cecilia Garriga. En lo que va de 2023 retrocedió 12%.
“La AUH ha seguido en los últimos años una evolución relativamente similar a la del haber mínimo, ya que se rige por la misma fórmula de movilidad”, señalan González y Garriga en un documento que tuvo acceso el DiarioAr.
“La excepción la constituyen momentos en los cuales se dispusieron desde el Poder Ejecutivo aumentos diferenciales por sobre esta fórmula. Así es que en términos generales el poder adquisitivo de la AUH ha sufrido un importante y constante deterioro con posterioridad a 2015”, sostienen las profesionales.
Y agregan: “En el promedio de los ocho primeros meses de 2023 su poder de compra resultó 34,9% inferior al de ese año. En otros momentos, el otorgamiento de diversos bonos elevó relativamente el monto efectivamente percibido por las y los destinatarios de esta asignación, pero no se han determinado políticas de este tipo en 2023”.
“En el reciente paquete de medidas destinado a recomponer ingresos tras la devaluación de agosto, el eje para los hogares de menores ingresos con niños y niñas se puso en la Tarjeta Alimentar, sobre cuyos montos se determinó un refuerzo tanto en septiembre como en octubre de entre $5.000 (+29,4%) y $11.500 (+33,8%), según la cantidad de hijos”, advirtieron finalmente las economistas de CIFRA-CTA.
Perjudicados
Otro informe también advierte sobre la pérdida de poder de compra de la AUH.
En “Los ingresos populares en un régimen de alta inflación”, Sebastián Etchemendy, Federico Pastrana y Joan Manuel Vezzato, del centro de investigación Fundar, señalan que “la capacidad de defender el poder adquisitivo en un contexto de aceleración inflacionaria es disímil”.
“Las coaliciones partidarias, sindicales y sociales son clave para explicar estas diferencias. Quienes contaron con instancias institucionales de determinación del salario más activas, como paritarias sectoriales privadas, estatales y paritaria nacional docente, pudieron defenderse mejor. Aquellos colectivos con una representación institucional difusa o inexistente, como los jubilados, beneficiarios de Potenciar Trabajo, Tarjeta Alimentar / AUH y no asalariados, resultaron perjudicados”, concluyeron.
En 2021, a los beneficiarios de la AUH no les fue mal, pero en 2022 perdieron más que nadie respecto al año anterior: un 20,6%, es decir, un quinto de su poder de compra, según Fundar.
“Uno de los ingresos de las familias que tienen como jefe/a de hogar a un trabajador informal es la Asignación Universal por Hijo/a, a la que en 2020 se agregó la Tarjeta Alimentar, beneficiando a fines de 2022 a más de 4,2 millones de niños y niñas. Durante 2022, se produjo un importante deterioro en los ingresos agregados de ambas políticas (AUH más Tarjeta Alimentar). El mecanismo de actualización de la AUH es el mismo que el de las jubilaciones; sin embargo, la cantidad de bonos fue mucho más restringida, por lo que se ejecutó un fuerte recorte en términos reales (incluso si se consideran los aumentos que tuvo la Tarjeta Alimentar)”, advierten Etchemendy, Pastrana y Vezzato.
Una previsión a corto o mediano plazo
Otra de las frases que se escucha con frecuencia para denostar a las mujeres que cobran la AUH es que “la mayoría no trabaja y que esta medida desincentiva el trabajo”.
Según el relevamiento “Análisis y propuestas de mejora para ampliar la AUH” realizado por Unicef y la ANSeS en 2017, se supo que el 47,4% de las beneficiarias trabaja.
“Tienen un trabajo informal o changa que les sirve de sustento, y la AUH es el único ingreso mensual que les permite tener una previsión a corto o mediano plazo”, sostiene el informe.
Pobreza en aumento
“Las deficiencias de la fórmula jubilatoria se hicieron notar, tanto en las jubilaciones como en la AUH, dado que estos ingresos corrieron muy por detrás de la inflación”, continúan el reporte.
“En el caso de las jubilaciones mínimas, los refuerzos de suma fija permitieron empardar la inflación en el promedio anual, pero no así en el de las AUH, donde los bonos fueron más limitados”, insiste.
“El Gobierno amplió institucionalmente el Estado de Bienestar con dos políticas clave, la Tarjeta Alimentar (para beneficiarios de la AUH y otros grupos más acotados) y el programa de medicamentos gratis para jubilados. Sin embargo, esos dos grupos (personas en el sector informal receptoras de la AUH y jubilados sin bono) no pudieron defender sus ingresos frente a la inflación en la pospandemia”.
“Los ingresos no salariales vinculados a la AUH y la Tarjeta Alimentar, por la ausencia de bonos compensatorios, evidenciaron un fuerte recorte. En síntesis, se nota una contracción del poder adquisitivo en los segmentos más bajos, lo cual puede haber contribuido a explicar el aumento de la tasa de pobreza en 2022”, señala.
El 39% de los argentinos era pobre el año pasado. En 2023 puede haber empeorado.
Ganadores y perdedores
El trabajo de Fundar saca tres conclusiones.“Primero, las coaliciones partidarias y sociales y las instituciones laborales siguen importando en un régimen de alta inflación, al punto de ser vitales para entender la matriz de ganadores y perdedores en materia de ingresos”, sostiene el trabajo.
Y continúa: “Contra ciertas visiones de la ortodoxia económica que minimizan o ignoran el rol de las instituciones laborales, o incluso proclaman un simplista ‘en inflación pierden todos’, este trabajo muestra cómo algunos colectivos como los trabajadores bajo convenio (en promedio) o los docentes pudieron, a diferencia de lo que sucedió bajo el gobierno de Cambiemos, defender sus ingresos en la crisis”.
Y prosigue: “Lo hicieron en gran medida gracias a su alianza con el Frente de Todos, a las decisiones del Gobierno en materia de política fiscal, y a instancias colectivas de determinación del ingreso refundadas o diseñadas en los años 2000, como las paritarias sectoriales o la Paritaria Nacional Docente”.
Sindicatos
En segundo lugar, el trabajo plantea que “las instituciones laborales son también claves para entender las heterogeneidades en el interior de los sectores populares. Quienes mejor defendieron sus ingresos en el régimen de alta inflación que se consolida en la pospandemia fueron aquellos grupos que cuentan con instancias institucionales de determinación del salario más activas, como las paritarias sectoriales, de empleados públicos, las paritarias docentes nacional y provinciales y, hasta cierto punto, la del servicio doméstico”.
“Quienes no cuentan con instancias de negociación colectiva del ingreso (no asalariados precarios, jubilados, beneficiarios de la AUH / Tarjeta Alimentar) o tienen una representación deficiente en las mismas, como los beneficiarios del Programa Potenciar Trabajo en el Consejo de Salario, vieron mermar sus ingresos reales sensiblemente”, señala Fundar.
“A estos sectores habría que agregar aquellas paritarias privadas que perdieron sustancialmente más allá del ‘empate’ en el promedio general. En definitiva, subyace una lógica de ‘supervivencia del más fuerte’ que afecta a los actores populares en un régimen de alta inflación, aun con un gobierno cercano. Estas desigualdades dificultan cualquier estrategia política y electoral consistente del espacio progresista en el corto, mediano y, por supuesto, largo plazo”, analizan Etchemendy, Pastrana y Vezzato.
Discusión salarial
Por último, el análisis de Fundar concluye que “ante un contexto de alta inflación es necesario promover ámbitos de acuerdo y coordinación salarial, una política de ingresos que, en el marco de un programa de estabilización heterodoxo, ataque la inflación de manera contundente y definitiva, punto de partida necesario para la recuperación sustentable del poder adquisitivo del conjunto de trabajadores y trabajadoras”.
Ayuda necesaria
Aún con su poder adquisitivo menguado, las ayudas sociales siguen siendo clave para evitar que la pobreza sea aún mayor.
Un informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA apunta que sin estos aportes la cantidad de personas bajo la línea de pobreza llegaría al 50%.
Una medición del economista Fernando Marull marca que la canasta de pobreza para una familia con tres hijos llega a $297.646, mientras las ayudas sociales para ese mismo grupo completan $188.093. A esto se suma el agravante de que hoy una familia en la que cobran dos salarios mínimos gana $225.000 y tampoco cubre la canasta. “Hoy las ayudas sociales, aun con los aumentos previstos para septiembre, están en el nivel más bajo desde abril de 2021”, remarca Marull.
Una frágil red de contención
En sus 14 años de vida, el poder de compra de la Asignación Universal por Hijo (AUH) se fue deshilachando. Cuando arrancó, cubría el 80% de la canasta básica de un niño. Hoy apenas llega a al 26%. En ese período la pobreza saltó del 33 al 40%.
Así lo revela una estimación del economista Ricardo Delgado, de la consultora Analytica publicado por el diario Clarín.
La AUH alcanza a 4,3 millones de beneficiarios menores de 18 años y 2,5 millones de titulares, los adultos que perciben esa ayuda social en sus cuentas bancarias. Cristina Kirchner creó la AUH por decreto en 2009, cuando la pobreza era del 33%.
Inflación regresiva
Hace catorce años, con una pobreza al menos siete puntos porcentuales por debajo de la actual, la AUH cubría el 80% de la canasta básica total correspondiente a un menor, según la medición del INDEC. “La inflación fue haciendo su trabajo, lento pero inexorable”, detalla Delgado.
“En el macrismo, el nivel de cobertura de la AUH se movió entre el 30-40%. Ahora, está en 26%. No haber atendido el drama inflacionario es letal para los chicos más vulnerables. Estabilizar es socialmente progresivo: no hay nada más regresivo que esta inflación”, sostiene el economista.
Si se computa la suba de la AUH que está prevista para septiembre y que va a llevar el monto de cobertura por hijo a $17.093, más la Tarjeta Alimentar de $17.000, la cobertura llega a un 46%.
Vulnerables
La última medición del INDEC marca que la pobreza llegó al 39,2% en el segundo semestre del 2022. Los datos del primer semestre de este año llegarán el 27 de septiembre y todo indica que superarán el 40%. Y los registros empeorarían en el segundo semestre, de la mano de una inflación que se perfila a cerrar el 2023 con una base de 170% anual.
Así, en el final de la gestión de Alberto Fernández la pobreza podría superar el pico de 42% que se dio en la pandemia y alcanzar la mayor marca desde el 44% del primer semestre del 2004.
“En 2021, la AUH cubría a más de 4,4 millones de niños, niñas y adolescentes. El 41% vive en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), pero el porcentaje de infancias cubiertas por cada subsistema de asignaciones familiares, muestra que es en el NOA y NEA -regiones con mayor incidencia de la pobreza infantil- donde la AUH logra una mayor cobertura”, según datos de la ANSeS.
“Entre 2016 y 2020, la AUH permitió reducir la pobreza de las infancias en 2,6 p.p en promedio, y en 7,1 p.p si se analiza solo la población destinataria de la AUH. También, que el rol de esta prestación es aún más importante en términos de contención de la indigencia ya que en el tercer trimestre de 2020, el 29% de los niños/as perceptores de AUH vivía bajo la línea de indigencia y sin ella, dicho porcentaje podría haber trepado a un 46%”, agrega el organismo social argentino.
Fuente: Medios Digitales