El umbral de dolor que tolera una mujer es difícil de estimar o medirlo. Lo que no remite duda es que es muy superior al del hombre, al del varón. Al menos así quedó reflejado en la sala de audiencias del Tribunal Penal 2 donde ayer fue condenado a 17 años de prisión un padre por abusar durante ocho años a su hija, entre sus 6 y 14 años, en una vivienda de la zona sur de Posadas.
Tanto la víctima, hoy de 20 años, y su madre, solicitaron declarar en la segunda audiencia de debate y que el acusado permanezca junto a su abogado defensor en el recinto, que escuche a su hija relatar todo lo sufrido entre los años 2009 y 2017 y que también le quede grabado de la boca de su expareja, las circunstancias y contexto en que sucedieron los abusos, cómo fueron engañadas, el porqué callaron y cuánto dolor representó el tránsito entre la primera denuncia penal en 2018 hasta que el expediente llegó a juicio.
Los integrantes del Tribunal, Carlos Jorge Giménez, César Antonio Yaya y Gregorio Augusto Busse aceptaron que el acusado de “abuso sexual con acceso carnal, con resultado gravemente ultrajante”, todo agravado por el vínculo, esté presente en esta instancia de debate oral que finalizó ayer.
Como se trata de un caso de delito contra la integridad sexual, el juicio es abierto solo para las partes pertinentes durante la producción e incorporación de prueba.
El martes declararon dos testigos clave para la causa, una Licenciada en Psicología y una Trabajadora Social, que describieron el contexto tanto de la víctima como del acusado. Fueron contundentes en relatar que la menor cuando declaró en Cámara Gesell fue precisa y alejada de cualquier sospecha de fabulación o intento familiar por obligarla a mentir.
La progenitora en su testimonio volcado en debate dejó en claro que fue víctima de constante manipulación y violencia de género. Que el sometimiento y dependencia a su pareja la confundió al punto que, cuando decidió romper el vínculo en 2017 no le creyó a su hija que le aseguraba que su padre la obligó desde los 6 años y hasta los 14 a prácticas sexuales que PRIMERA EDICIÓN, para evitar la revictimización, se reserva divulgar detalles.
La víctima recordó en su declaración de ayer, que en 2012 el acusado le habría pedido perdón insistentemente y prometido que no la volvería a abusar. Pero la promesa se derrumbó en pocas semanas y el sufrimiento fue aún mayor ya que corrían peligro sus dos hermanos más chicos.
La defensa del acusado presentó cinco testigos en el debate y durante la ronda de alegatos solicitó la absolución del acusado.
En sentido contrario, el fiscal del Tribunal Penal 2, Vladimir Glinka, desplegó durante una hora el origen de los abusos, precisó cuatro hechos de abuso con acceso carnal con resultado gravemente ultrajante para la víctima y pidió 17 años de prisión efectiva para el encartado que llegó al juicio privado de la libertad.

A las 13.30 de ayer, los camaristas regresaron a la audiencia con el veredicto en mano y que coincidió con la existencia de los cuatro abusos mencionados y en el monto de años de pena solicitados por Glinka. La única diferencia, pero que no modifica la cantidad de tiempo de condena, la remarcó en su voto César Yaya, para quien solo uno de los cuatro episodios fue con acceso carnal, pero los cuatro con el resultado ultrajante.
Quedará también como clave registro en el expediente, que la niña a los 15 años insistió con su verdad, pese a la confusión de su madre ante la supremacía que ejercía su concubino, y recurrió a su abuela para relatarle lo que ya no soportaba, el dolor físico de los abusos y el psicológico de callar durante tanto tiempo para salvar a sus hermanos.