El juicio a Julio Werner Lutz finalizó con una condena de cuatro años de prisión y diez de inhabilitación para volver a conducir un vehículo a motor. El acusado tiene 30 años y, hace siete, protagonizó la colisión y muerte de Fernando Fabián Vázquez (24) joven que aguardaba la luz verde sobre su motocicleta en el semáforo del cruce de Moreau de Justo y Las Américas, frente al club Centro de Cazadores, zona sur de esta capital.
Lutz llegó al debate el lunes pasado ante el Tribunal Penal 1 para defender su inocencia frente a la acusación por “homicidio simple”, e intentar evitar una condena de ocho a 25 años de prisión efectiva.
El jueves, poco después de las 14, regresó a su casa pero con la sentencia a cuestas de cuatro años de prisión efectiva por “homicidio culposo”, la que su defensa recurrirá ante el Superior Tribunal de Justicia en el plazo de los diez días hábiles posteriores a la lectura de los fundamentos el próximo 30 de octubre. De no hacerlo, la condena se ejecutará de inmediato y será enviado a una cárcel nuevamente.
El lapso de la casación provoca la suspensión de la condena, por lo que Lutz aguardará en su casa la definición del STJ, la que no demoraría menos de un año. Si le quita un año de ejecución a la pena, podrá considerarse de cumplimiento condicional y se garantizará no volver a una celda.
Vale remarcar que el fallo del jueves fue por mayoría, el presidente del TP-1, Gustavo Bernie y el vocal Miguel Mattos coincidieron en los cuatro años. Para la vocal Viviana Cukla, a Lutz le corresponden tres años de prisión en suspenso y 500 horas de tareas sociales.
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El fiscal Martín Alejandro Rau cambió la calificación en su alegato y detalló lo sucedido a las 21.30 del 20 de agosto de 2016, como un “homicidio culposo en accidente de tránsito” y por el que el automovilista debía responder con cinco años de prisión efectiva.
Sobre esta modificación, pasar de un juicio por el artículo 79 del Código Penal al 84, PRIMERA EDICIÓN dialogó con Pablo Luján el abogado defensor de Lutz: “El cambio de calificación que realizó el fiscal Rau estuvo muy bien fundado y era lo que correspondía. No la aplicación de la pena que determinó el Tribunal, pero es algo que vamos a analizar y a utilizar la instancia recursiva (apelación). La condena debió ser la mínima (un año según el artículo 84), respetamos la decisión pero tenemos el remedio procesal para presentar ante el STJ”.
“Lutz no puede conducir por su problema de visión y desde que salió de prisión tampoco lo hizo. Estuvo catorce meses detenido”, agregó.
“No me sorprendió la modificación de la calificación que realizó el fiscal Rau (de homicidio simple a culposo), es una persona muy instruida y preparada en derecho, no me sorprendió porque tiene la posibilidad de ese cambio de acusación y así lo entendió por la prueba que se produjo en el debate, por ejemplo, que Lutz no vio o no pudo haber visto la motocicleta. Por eso varió del homicidio con dolo directo de matar a homicidio culposo”.
Justicia con plazos cortos
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No fue esquivo tampoco a la consulta sobre si la Justicia misionera llega a tiempo con un debate por un hecho fatal que se registró en agosto de 2016: “Un juicio siete años después del hecho no es lo conveniente, la dispersión de la prueba es importante tener en cuenta. El paso del tiempo provoca que la prueba se vaya diluyendo y no tenga la entidad inmediata a la comisión del hecho. Es entendible y lógico que por tanto tiempo transcurrido los testigos olviden. En este debate en particular, fueron muy pocos testigos, creo que se definió por la prueba accidentológica (pericias)”.
“Los plazos deben ser acotados, es conveniente para la sociedad y la Justicia, para que todos busquemos lo real porque sino todo queda en hipótesis del pasado, tanto para la defensa como para el que acusa”.
Sobre la fatalidad del tránsito resaltó: “Todos o el común de la gente como se denomina, podemos tener un accidente de tránsito, no estamos exentos a este tipo de tragedias. Hay familiares y una víctima fatal. Nadie puede ponerse en el lugar de esa familia y el derecho penal no repara con una condena el dolor de la pérdida de un ser querido”
“¿Quién sale a la calle a matar con un automóvil? Lutz no salió con un arma de fuego o un martillo. La intención de quitar la vida trae un dolo directo como fue elevado a juicio este caso. Pero en el 99,99 por ciento de los casos de accidentes de tránsito nadie tiene la intención de matar con un vehículo, nadie tiene el dolo de producir el resultado muerte. Ocurre por una cuestión de culpa y esto tiene que ver por la inobservancia, impericia, negligencia en el arte o profesión, en este caso en la conducción de auto”.
Relacionándolo al caso Lutz, agregó: “La violación en el deber de cuidado en este caso pudo ser manejar excedido de velocidad. Pero desde este punto a una intención directa de matar hay un paso muy grande y lo indica la pena, de un homicidio simple que prevé 8 a 25 años a un delito culposo que estima prisión de uno a cinco años”.