Para rememorar esta ocasión se llevó a cabo una simple pero significativa reunión en la que se recordó el hecho. Del encuentro participó el director del hospital, Osvaldo Cabrera; el coordinador, David Manuel Rebatta Ovalle y personal en servicio de turno.
Luego del brindis, Rebatta recordó a muchos de los servidores que ya no están físicamente pero que en la memoria del pueblo nunca serán olvidados. Entre ellos, citó “al procurador Roberto Solazo; a la directora de la Escuela 74, Celia Delgado, al personal de Gendarmería Nacional, comandante Magiolo y a su hijo Fredy; al comerciante Enrique Yacoc y Gaguirte y a empresarios como Bosse, Hadad, Baca, Cosjaya. Y muchos otros que, aunando esfuerzos con los residentes, lograron concretar un deseo de muchas décadas”. También mencionó al intendente Bernaspol, hijo de este lugar, y a otro pionero, el yerbatero de apellido Matto, del Establecimiento La María Antonia.
El centro de salud fue el primer Hospital de Nivel II del Departamento San Ignacio y desde sus inicios atendió a los pacientes locales y de los pueblos vecinos. El médico David Rebatta Ovalle, de 83 años, y la enfermera María Paula Báez, de 72, fueron agasajados y reconocidos, además de otras personas que trabajan en el nosocomio.
Asimismo, hubo un recuerdo al ya desaparecido doctor Heberto Eulogio Valdovinos, quien fue el primer director del hospital. El médico homenajeado llegó de Paraguay para instalarse en este municipio turístico y prestar sus servicios a toda persona que lo requería sin importar horarios ni días. Además, se desempeñó como Director del Centro de Salud Pública, y falleció hace treinta años. “Fue excombatiente de la Guerra del Chaco, y uno de los fundadores del Club San Ignacio, siempre promoviendo el deporte, especialmente, el juego de las bochas. De intachable personalidad y muy querido por la comunidad por las acciones que llevaba adelante como médico e integrante de la ciudadanía local. Por eso creímos más que merecedor el homenajear su memoria ya que a personas como él no se olvida ni deben ser olvidadas”, indicó Rebatta, que nació en Victoria, en el límite con Lima, Perú. En 1960 vino a la Argentina junto a otros 30 mil peruanos. En ese momento, “pasaban cosas como las que pasan acá, había gente que quería estudiar, vivir, trabajar y no podía. En la Universidad de San Marcos, de Lima, me postulé tres veces, y no podía ingresar porque eramos muchos estudiantes para tan pocas becas. El que tenía algún contacto, como yo, que tenía amigos en Córdoba y Rosario, buscaba irse. Cuando les escribí me contestaron que se podía vivir muy bien con 50 dólares, y que, ahorrando de a poco, era posible comprarse una Siambretta para el traslado”, contó, desde un banco de la plaza San Martín, de San Ignacio, donde reside actualmente.
Rebatta, quien fue nombrado “Ciudadano Ilustre” de San Ignacio, manifestó que “quien cedió el terreno para la construcción del hospital fue de la familia Alcaraz. También ayudó mucho la empresa Martín y CIA. y la secretaria del club, Lidia Fortunato”.
“Si no buscamos la paz, si no vivimos con tranquilidad, nos enfermamos. Y hay que evitar enfermarse, porque la mejor manera de vivir es tener una buena salud”, reflexionó el médico que en medio del aislamiento obligatorio que trajo la pandemia editó un libro, al que denominó “Un doctor de pueblo en pandemia”. Es parte de los seis trabajos realizados, en su mayoría referentes a la salud.
A 40 años del trascendental hecho se llevó a cabo una sencilla celebración para recordar una fecha significativa “para todos los que, a diario, realizan su trabajo con dedicación y esmero, no siempre con todos los recursos, pero en bien de los que se acercan hasta el hospital en busca de la atención médica para aliviar sus dolencias o la de sus familiares”.