Por lo general, las prácticas profesionales de quienes estudian para ser maestros o profesores se suelen dar dentro de las aulas, en escuelas; pero este año, mediante un proyecto del Instituto de Formación Docente que funciona en la Escuela Normal Mixta Estados Unidos del Brasil, los futuros maestros comenzaron a hacer prácticas en un merendero, específicamente en “Ellos no tienen la culpa” de la chacra 159.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, la docente responsable, Carola Sotomayor, explicó un poco más de la iniciativa que busca convertirse en una dinámica estable.
“Este año, asumimos el desafío de hacer una trayectoria de práctica profesional docente más amplia, dentro de la comunidad, no solo dentro del aula”, comenzó contando la profesora. Se trata de un proyecto por el cual los alumnos de segundo año del magisterio, acuden al merendero a dar clases de apoyo escolar, es decir, a tener su primer encuentro con los alumnitos, casi al inicio de la carrera.
A su vez, eso favorece también a los chicos que necesitan recibir acompañamiento para hacer sus tareas ya que, muchas veces, no reciben esa ayuda de sus padres; no porque estos no estén predispuestos, sino porque quizás no tienen las herramientas para ayudar a sus hijos con lo escolar.
“Nuestra finalidad primaria es mejorar los aprendizajes de los niños de comunidades. Los estudiantes entonces se agrupan para ir entre semana y después los sábados a la tarde, donde pueden interactuar con otro tipo de estrategias, desde lo lúdico. A su vez, van en grupos de a tres para poder cubrir los tres ciclos de nivel primario, explicó.
En cuanto a cómo es la reacción de los estudiantes, la docente explicó que “están muy entusiasmados porque se les abrió un mundo desafiante, que no esperaban, y que les exige un nivel de lectura más complejo, más específico, para poder entender estas dificultades de aprendizaje que se van presentando”, afirmó.
“Es muy gratificante”
Para saber cómo es la experiencia desde el lado de los practicantes, este Diario consultó con la futura maestra Oriana Rodríguez quien contó que “es la primera vez como estudiante de la carrera que me enfrento a una situación donde tengo que ayudarle a los chicos con una tarea específica o enseñarles algo puntual y, desde mi experiencia, fue mucho más gratificante de lo que esperaba”, indicó.
En cuanto a cuáles son las áreas más conflictivas para los alumnos mencionó el área de lengua, sobre todo cuando se trata de lectocomprensión y lectoescritura.
Sin embargo, más allá de eso, dejó en claro que la experiencia es enriquecedora porque comparten mucho más que lo pedagógico ya que los chicos comparten con los practicantes su vida.
“Nos pasa que vamos con la idea que va a ayudarle en sus tareas, y ocurre mucho más que eso porque se comparte un desayuno, una merienda, llevamos adelante la tarea juntos, no de forma tan estructurada como sucede en la escuela. Y a su vez, los chicos súper cariñosos, respetuosos, muchos esperan que lleguemos, otros llegan más tarde porque estaban esperando a su hermanito, es decir, se nota sus ganas de poder ir, de estar con nosotros, y que les sirve muchísimo el ratito que estamos ahí y la ayuda que podamos darle”, finalizó.