Entre el 8 y el 9 de noviembre de 1923 se produjo el “Putsch de Múnich”, un intento de golpe de Estado llevado a cabo por unos 2.500 miembros del Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), entre ellos Adolf Hitler y Rudolf Hess.
Influido por la marcha sobre Roma encabezada por Benito Mussolini en 1922, Hitler planeó utilizar una de las más grandes cervecerías de Múnich, la Bürgerbräukeller, como base de su lucha contra el gobierno de la República de Weimar y proclamar un Estado rebelde en Baviera, iniciando una guerra contra la República para avanzar hasta Berlín.
Los nazis declararon inmediatamente un gobierno provisional en Baviera, pero el golpe de Estado fracasó. El levantamiento dejó 16 militantes nazis muertos por la policía.
Tres días después del putsch, Hitler y algunos otros conspiradores fueron arrestados mientras que otros escaparon a Austria. Entre los dirigentes nazis procesados y condenados a prisión por traición se encontraban Hitler y Hess.
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Putsch de Múnich.
Las oficinas del NSDAP fueron cerradas, y su periódico, el Völkischer Beobachter (El Observador del Pueblo) fue secuestrado y prohibido.
Tras un juicio en el que fue tratado con cierta clemencia, Hitler cumplió sólo nueve meses de los cinco años a los que había sido condenado. Durante este tiempo escribió “Mein Kampf” (Mi lucha), el tratado en el que plasmó las ideas que desarrollaría después hasta llevar el horror a Europa.