En la comunidad del Centro de Educación Especial Número 2 preocupa la continuidad de la institución, ubicada en Tucumán casi 25 de Mayo en Posadas. Resulta que, con el paso de los años, varios de los integrantes del equipo interdisciplinario se jubilaron, con lo cual las horas de sus cargos se reubican y no suman nuevos profesionales.
Este establecimiento, el único que queda en la provincia de estas características, cuenta con educación especial, psicopedagogía, psicología, trabajadores sociales y un servicio de fonoaudiología, se encargan del acompañamiento psicotécnico a chicos con dificultades de aprendizaje. Ante el temor por la reducción del personal, tuvieron una reunión con los padres y buscaron compartir las historias de los chicos que pasaron por el Centro y lograron salir adelante.
Entre los padres reunidos en la institución, Mabel Maciel, abuela de Kiara, contó a PRIMERA EDICIÓN que “mi nieta tiene dislexia. Ella iba a una escuela privada, donde no iba al mismo ritmo de otros chicos. Ahí la psicóloga del colegio detectó que tenía problemas de aprendizaje, estaba en tercer grado, pero no sabía leer, escribir, ni sumar, pero como no podían hacerle repetir seguía pasando. Al cambiarla de colegio, me recomendaron traerla a este lugar”.
Sobre el proceso, explicó que “ella ya puede leer, escribir bien. Gracias a los profesionales, hoy ella está de 10”. En cuanto a la preocupación por la institución, compartió que su nieta “está al tanto de lo que está pasando, no quiere que cierren. Ella se siente cómoda con los profesores, los chicos y le ayudan en todas las áreas, tanto en lo emocional como en lo pedagógico”.
Por su parte, Roxana Enríquez, mamá de Jeremías, compartió que “tengo a mi hijo de 12 años que va a pasar a secundaria y está acá desde cuarto grado. La verdad que cambió muchísimo, porque le costaba hacer la tarea y ahora ya hace todo solo. Antes no sabía memorizar las cosas y ahora ya hace exposiciones orales”.
En su trayecto educativo, relató que “él cambió su humor y esto le ayudó muchísimo”. De camino a la secundaria, aseguró que su hijo “está ansioso, le gusta mucho el tema de las artes, así que seguiremos por ese camino”. Esta madre opinó que “es importante que se mantenga este espacio para los chicos que vienen, porque muchos necesitan ayuda en el aprendizaje”.
Tres décadas de acompañamiento pedagógico
La directora del Centro, Mónica Kosinki, contó a PRIMERA EDICIÓN que “tenemos 31 años de trabajo en Posadas y somos el único en la provincia”. Para la labor educativa, “los niños vienen en contraturno de sus escuelas de origen, no tenemos una matrícula propia y lo que abordamos son las barreras de aprendizaje que se presentan en las escuelas comunes”.
Con derivaciones de las escuelas comunes, afirmó que “el contrato es con la familia y a partir de ahí abordamos las condiciones de escolaridad del niño. Hacemos una articulación con la escuela y abordamos fuertemente el espacio de trabajo con las familias”.
Sobre los niños que concurren, explicó que “la matrícula va fluctuando a lo largo del año”. Este tipo de acompañamiento se mantiene hasta el momento “cuando el niño ya construyó estrategias en la escuela”. Hasta noviembre, detalló que “son 90 los niños activos en el trabajo”.
Entre los docentes de educación especial, Luis Stivala compartió que “estoy presto a jubilarme el año que viene”. En este Centro, en un abordaje entre la familia, la escuela y el equipo docente, indicó que “esta institución nace como una necesidad de dar una respuesta a la comunidad educativa con discapacidad en el plano laboral. Con el paso de los años, fue resignificándose de acuerdo a las nuevas políticas educativas de la Nación y la Provincia”.
En el tratamiento a cada caso, aseguró que “hemos abordado múltiples problemáticas, en la familia, escuelas, desde la salud, problemáticas judiciales y de forma mancomunada con instituciones dedicadas a la niñez y adolescencia”. Con tantos años enseñando, expresó que se ha reencontrado con exalumnos e incluso “tenemos muchos papás que traen a sus hijos y que han sido alumnos nuestros”.
Por su parte, la maestra y licenciada en psicopedagogía María Fabiana Vera, precisó sobre la población que asisten “algunos vienen de familias de escasos recursos, no solo en lo económico sino también en el acompañamiento a los chicos en las tareas”. En un abordaje en conjunto entre la familia, la escuela y la problemática de este niño “somos mediadores”, agregó.
En este contacto con todos aquellos que pasaron por este Centro, respondió que “estamos recopilando historias y siguiendo lo que pasó con los chicos”. A través de las redes sociales, “los chicos subieron videos y afortunadamente recogimos muchos testimonios de chicos que han avanzado y siguieron la secundaria”.
Cuando llegan a la institución, con estos alumnos “trabajamos en sus fortalezas y debilidades, en conjunto con la escuela”. En este sentido, remarcó que “los chicos vienen con frases grabadas como ‘no sé’, ‘no puedo’, ‘soy un burro’, ‘soy lento’, muchos se paralizan ante un dictado o lección oral. Entonces, también todas estas heridas necesitan sanar”.