Argentina marcó un hito en el fútbol al albergar el primer Mundial de Talla Baja. Y como todo local pretendía ser protagonista, pero el partido tuvo un drástico final y la decisión quedó sin resolver hasta el cierre de esta edición.
El título del certamen lo definían Argentina y Paraguay. El conjunto local derrotaba por 3-1 a su par del vecino país pero, de un momento a otro, estos últimos decidieron retirarse del campo de juego.
Tras un prolongado tiempo de incertidumbre para los presentes y los que observaban a través de las pantallas, finalmente la Albirroja retornó al campo de juego solo para comunicar que no jugaría más.
¿Qué pasó?
Son varias las versiones del descontento de Paraguay, pero la versión que más se repitió es que fueron perjudicados por el árbitro. Se quejaron que en una falta, donde llegó el tercer tanto de la Albiceleste, asumieron que la pelota pegó en el rostro de un jugador visitante, pero la realidad es que fue en la mano.
Otra versión dice que hubo cantos racistas, homofóbicos y hasta xenófobos. La realidad es que la terna arbitral se retiró en medio de agresiones de la facción visitante, sin dar una respuesta oficial de cómo terminó el partido.
El arbitraje no fue polémico, pero el elenco del país vecino ya entró con una postura negativa desde el arranque, aun cuando ellos comenzaron ganando con gol de Pedro Ruiz.
Argentina lo dio vuelta con colaboración del propio equipo paraguayo que, cuando ya estaban en penalización, cometieron tres infracciones más que terminaron en tres goles de tiro castigo de Catriel Brassesco.
Más allá del bochornoso final, donde no hubo un respuesta oficial, al menos hasta el cierre de esta edición, vale resaltar la gran campaña del conjunto de Mariano Rojas, que tuvo varios puntos altos en su plantel y, entre ellos, al misionero Martín Antúnez como una de sus principales figuras.