Integrantes del Profesorado de Artes Visuales del ISARM son quienes efectuaron la restauración de la estatua entronizada en el altar del oratorio ubicado en el subsuelo 1 de la sede central.
Originalmente, la obra fue creada por la profesora y artista Alba Ferreira de Guillén, una de las docentes fundadoras del Profesorado en Artes Visuales, a partir de una solicitud de Monseñor Jorge Kemerer, fundador del Instituto Montoya.
Cuando se construyó el oratorio, el entonces obispo de la Diócesis de Posadas le encargó una escultura de Jesús Resucitado, de manera que represente a Cristo vivo. La artista eligió la técnica de modelado en arcilla, utilizó arcilla misionera con pigmentos naturales que le otorgaron distintas tonalidades de marrón claro.
Está situada en el oratorio del Instituto Antonio Ruiz de Montoya y su confección fue solicitada por Monseñor Jorge Kemerer a la profesora y artista Alba Ferreira de Guillén. El paso del tiempo generó desgastes en algunos sectores de la imagen original, por lo que debió ser restaurada recientemente. El trabajo demandó unas dos semanas.
Por el paso del tiempo, se habían generado desgastes en algunos sectores de la imagen original, principalmente en las manos y en los pies del Jesús Resucitado. Previo al proceso de restauración, se estudiaron las diferentes posibilidades de materiales a utilizar, finalmente se decidió emplear el mismo tipo de arcilla que compone la obra original. Luego, se contactó a profesoras capacitadas en la técnica específica de la cerámica para hablar de “cuestiones previas” a fin de concretar la tarea.
Finalmente, gracias a la colaboración de la profesora Marisa Fernández, docente de Artes Visuales de esta Casa de Estudios, se llevaron a cabo los arreglos en la obra que demandaron dos semanas de trabajo.
Pruebas con distintas arcillas
La profesora Ángela Hillebrand, coordinadora del Profesorado de Artes Visuales, indicó que Ferreira de Guillén realizó esta imagen en la técnica de modelado en arcilla, utilizando material de Misiones para obtener este tono o color rojizo.
Comentó que en ese momento Kemerer también solicitó una imagen de la Virgen de Loreto, de dimensiones un poco más pequeñas, que también se encuentra en el mismo oratorio.
“El oratorio es un lugar especial para el encuentro con el Señor, donde pueden acudir tanto docentes como estudiantes. Es un espacio de contención, de consuelo, para la realización de actividades pastorales, misas, celebraciones”.
Sobre el motivo de la restauración, la docente dijo que la idea surgió porque ya pasaron varios años de haberse confeccionado la imagen original. Y, si bien no hay un registro claro del año en que fue solicitada la obra, se estima que fue a fines de 1979 o inicios de 1980.
Manifestó que la docente de cerámica se acercó a hacer una especie de diagnóstico de la imagen, del tipo de material que se utilizó, y se fueron realizando pruebas con distintos tipos de arcilla “para ver si se lograba el mismo tono, el mismo color. Una vez obtenido el tono similar se hizo la restauración y posteriormente, como para darle una unidad al tono de la imagen, se le dio una suave pátina de ese mismo tono terracota”.
Respecto al tiempo que llevó el proceso de restauración, sostuvo que, inicialmente se hicieron las pruebas que llevaron un par de semanas, pero la restauración en sí, aproximadamente quince días de trabajo.
Según Hillebrand, “como institución católica y sosteniendo su ideario, como comunidad que educa en la fe, el oratorio es un lugar especial para el encuentro con el Señor, donde pueden acudir tanto docentes como estudiantes. Es un lugar de contención, de consuelo, es un espacio para la realización de actividades pastorales, misas, celebraciones. Un espacio muy importante y de mucho valor para la institución”.