Repasar voces, pericias e imágenes que transitaron durante seis días por la sala de audiencias del Palacio de Justicia, donde el Tribunal Penal 1 de la Primera Circunscripción Judicial halló a Cristian Daniel Vargas (33) como autor de “homicidio simple” y lo sentenció a cumplir veinte años de prisión efectiva, calificación penal con la que no llegó acusado a debate, sino por “femicidio”, puede ser un ejercicio que permita echar luz o distorsionar aún más el veredicto al que arribaron los jueces Viviana Cukla, Ángel Dejesús Cardozo y Gustavo Bernie.
El fiscal del Tribunal Penal 1, Martín Alejandro Rau, alegó el lunes durante una hora y 48 minutos, apoyado en soportes de imágenes pero fundamentalmente en lo ratificado por los testigos que constaban en el expediente.
No hubo estimaciones ni presunciones, Rau replicó las afirmaciones que surgieron de integrantes del Cuerpo Médico Forense, de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas y de las pericias de la Policía provincial.
Pero también de los testigos que ya fueron señalados en las publicaciones de este Diario, principalmente de las cinco mujeres que oyeron los golpes en el departamento 1A de la calle Miño 980 en la chacra 179 de Posadas y que lo vieron fingir y mentir a Vargas para escaparse de la escena del femicidio.
Golpes, indefensión y estocada
Silvina Carolina Lanzos, de dilatada trayectoria en la medicina forense y funcionaria dependiente del Superior Tribunal de Justicia, declaró durante el juicio, lo hizo a pesar de estar convaleciente con fractura doble de cadera por una accidente vial.
Conectada mediante videollamada fue precisa sobre las lesiones que identificó en el cuerpo de Antonella. Halló golpes traumáticos que le provocaron la pérdida sensorial y el conocimiento. Por ejemplo un golpe del oído y otro en la cabeza que le abrió el tejido y le provocó una hemorragia en el cráneo.
Sostuvo que esos golpes “son aptos para dejar en un estado de indefensión a la víctima” y que la única lesión que indicó un intento por salvarse para Antonella fue un corte sobre una falange de la mano izquierda.
Sobre la profundidad del cuchillazo en el cuello, fue aún más clara y precisa. Y en todo caso, si le despertó duda al tribunal, nadie sabrá por qué no intentaron que lo ampliara la perito. O el punto aún más extremo, la testigo declaró bajo juramento, no debería mentir.
Puntualmente el fiscal remarcó la conclusión vertida por Lanzos sobre la estocada fatal: “Se concreta con la víctima ya indefensa y acostada o apoyada sobre algo plano, boca arriba”.

La herida fue de 5,5 centímetros de largo pero la profundidad llegó a los 7 centímetros, atravesó la faringe, la membrana tiroidea y cortó la arteria carótida. La punta del cuchillo dentado de veinte centímetros de largo total tocó la tercera y cuarta vértebra de la columna.
Lanzos fue certera y remarcó que el golpe en la cabeza no fue por una caída y menos contra el borde de la cama y señaló en una de las imágenes un trozo de madera, los restos partidos en tres de un velador.
Ese golpe fue el que la aturdió y dejó en estado indefenso por completo, hasta la pérdida de conocimiento contempló la forense. Y no se produjo por un movimiento de la cabeza contra algo, una caída por ejemplo. “Fue con algo, no contra algo y le dejó dos heridas en el cráneo”.
De acuerdo a las manchas de sangre de la víctima, la forense sostuvo que corresponden a un sangrado abanico y que se producen con el cuerpo en posición cúbito dorsal, de espalda sobre el piso, tal como fue hallado el cadáver.
La sangre no llegaba al abdomen, no había rastro en piernas ni pies. La lesión fatal fue hecha con mucha presión, con Antonella boca arriba y apoyada en el piso.
Juan Antonio Salvador Galuppo, forense hoy retirado del Poder Judicial, declaró en este debate y de las conclusiones que brindó sobre su participación en la autopsia de Antonella, también se lo oyó coincidir con Lanzos sobre que si la lesión fatal en el cuello fue hecha a la víctima estando parada en un forcejeo con Vargas, las manchas de sangre debieron haber llegado a la zona inferior del cuerpo.
El perfil psicológico, la conducta del acusado, también fue debatido y con la presencia de la licenciada que le tomó los test a Vargas.
Florencia Dinnin Roldán Delpiano, psicóloga de la SAIC, detalló las conclusiones y fueron resaltadas en el alegato acusador: “No advertí dificultades para la comprensión de los actos”. Aunque resaltó que el acusado hizo hincapié en “el posicionamiento moral de la pareja en su vida”. Relacionado a ello lo describió como un hombre con “conductas de celos y control” pero también con “conductas negativas atribuidas hacia el otro”.
Halló además, “indicadores que contrastan con sus manifestaciones verbales (…) moralista y benevolente se expresaba pero como fachada”.
“Vargas se vinculaba desde el lugar de poder en el que el otro es subsumido a una posición accesoria, no consensuada sino egocéntrica de acuerdo a sus emociones (…) El otro debe cumplir o se le niega qué función elegir o desear”. Fue categórica y encuadró a Vargas como un hombre que “vincula el poder en él y proyecta lo negativo en el otro y que esto representa una amenaza a su imagen”.
“Presenta baja tolerancia a la frustración y dificultades en la capacidad de espera y demora en su satisfacción. En sus impulsos sexuales existe una imperiosa necesidad de satisfacción íntimamente ligada a la excitación a partir de la imagen”. Tal vez por ello utilizaba su oficio de fotógrafo como medio.

Para el fiscal el ataque fue con el cuerpo sobre el piso, las manchas de sangre abanico y solo sobre el tórax. La pared sin manchas de altura tampoco y el ataque (o el forcejeo según la coartada de Vargas fue en un espacio angosto entre la cama y pared lindante con el departamento de dos testigos que oyeron a Antonella no poder gritar socorro porque alguien le tapaba la boca. Para Rau “Vargas manipuló los hechos para beneficiar su posición”, coincidente la descripción con lo detallado por la psicóloga Delpiano.
Correrán ahora las horas y días hasta el martes 28 de noviembre, fecha de lectura de los fundamentos del Tribunal. Y la expectativa está puesta en si los jueces hallaron elementos indiciarios para que el caso no se trate de “femicidio” sino “homicidio simple”. Pero los elementos deberán ser suficientes para una probabilidad. De lo contrario, la muerte de Antonella seguirá impune.