El trastorno bipolar afecta a más de 30 millones de personas a nivel mundial, es una de las 20 causas de discapacidad.
Posee base cerebral y es de carácter crónico. Ocurren episodios de alteraciones y cambios extremos de humor, energía, pensamientos y conducta. Los síntomas más visibles son a nivel comportamental. Pero, además, incluye alteraciones cardíacas, metabólicas y cognitivas.
La hipomanía con episodios depresivos y episodios maníacos, (donde se manifiesta un estado afectivo caracterizado por un ánimo persistentemente expansivo, hiperactivo y/o irritable, como así también por pensamientos y comportamientos consecuentes a ese ánimo que se distingue de un estado de ánimo normal) puede observarse como un cuadro inicial en la sintomatología del trastorno bipolar y es lo que puede llevar a falsos diagnósticos suponiendo euforia o depresión.
En casos extremos, puede llevar a ideas suicidas, experimentando exaltación, alegría desenfrenada o irritabilidad y susceptibilidad, alternando con episodios depresivos, anulación de la capacidad de disfrute, poca energía y negativismo.
Cuando la amplitud térmica a nivel climatológico ocurre en poco tiempo solemos decir que el tiempo está loco, lo mismo cuando llueve y sale el sol.
Los cambios en las temperaturas, las horas luz, la presencia o ausencia de hojas, flores, frutos, la disponibilidad de agua en un arroyo, según la estación del año en la que nos encontremos tienen un ciclo que se repite, el que antecede o sigue no es igual y aún así, entre años tampoco es igual, todo cambia, y muchas veces esos cambios son extremos, pero naturales.
Entonces, cambiar es natural y ocurre permanentemente. La pregunta es: ¿cuándo esos cambios no son buenos? Tal vez los cambios que impiden que veamos el extremo que daña al entorno y a nosotros mismos.
El cambio forzado que lleva la energía para llegar hasta el final del día en buenas condiciones. Los extremos que impiden ver el medio, lo del medio, lo que está antes de empezar y lo que está antes de finalizar. Invertir sin sentir y pensar lo que va a pasar una vez que esa energía invertida no esté más. Anticiparnos a los resultados posibles requiere premeditar, como jugar al ajedrez. Invertir sí, pero sabiendo en qué estamos invirtiendo.
Siempre hay un después, con nosotros o sin nosotros. La preservación de la energía deviene en saber invertirla bien. La naturaleza sabe sobre eso, la eficiencia energética que posee la naturaleza no la ha podido igualar nuestra especie.
La bioquímica del metabolismo de los organismos ha hecho de la naturaleza ese equilibrio dinámico permanente hasta que lo intervenimos. Dónde hallará la naturaleza el equilibrio que le arrebatamos, eso también se refleja en nosotros. Tal vez, trabajando para devolver el equilibrio a la naturaleza y sus ecosistemas sea una manera de revertir los procesos que nos llevan a los extremos. Habría que probar, no perdemos nada.
De Mgter. Anahí Fleck- Maestrando en Neuropsicología. 0376-154-385152