Percibir a la libertad como un estado del ser, de nosotros en la vida espiritual, en la vida social, en el entorno familiar, en el ámbito laboral, en conexión con nuestros sentidos, los más de 30 sentidos que poseemos y alineada, esa libertad, con las facultades, infinitas posibilidades que existen y podemos crear, siempre que queramos y podamos creer.
Desde la base que partimos todos, existen posibilidades, que vemos, imaginamos, soñamos. Otorgando confianza avanzamos o dudando, creemos que avanzamos, la libertad de confiar en nosotros mismos, la belleza de saber que somos capaces, que tenemos pendientes que podemos terminar y pendientes que decidimos abandonar. Libertad para seguir o para dejar.
Libertad sin culpa, pero con responsabilidad. Sobre el soporte infalible de los valores universales difícil equivocarse, la aparente injusticia tiene una base más allá, pagando o creando karma, ¿dónde estás? El final de camino nos va a encontrar dijo Santos Discépolo, esas palabras marcan inicios y finales de sueños, tal vez la semilla de la libertad.
Estas experiencias documentan las vivencias a las que nos exponemos, el campo morfogenético del limón mandarina trae alegría por la libertad, que al principio duele, llora, respira y decide.
Libertad, cuando el paso se vuelve danza, cuando la palabra se vuelve poesía, propiciando una filosofía existencialista que nos empuja a la vida y vemos el sol que sale y no que se pone. Cuando abrimos las ventanas porque queremos aire nuevo y limpio, adentro nuestro.
Avanzando en la toma de decisiones que desaten los zapatos y que al caminar se salgan, ya nada nos apriete ni reprima, donde a saltos suaves podamos darnos el gusto de volar.
De cara a la libertad, con limón mandarina, como siempre decimos, hay que probar.
Colabora: Mgter. Anahí Fleck – Maestrando en Neuropsicología. 0376-154-385152