El papel, una de las grandes invenciones de la humanidad. Ha ido desarrollando las más variadas formas en su utilización.
El origami es una de ellas, originaria de China, Japón lleva siglos trabajando y difundiendo su arte. Es el arte que lo realizan, pero en Japón se desarrolla y extiende a todas las clases sociales y es una de las mayores tradiciones.
Su nombre tiene connotaciones religiosas, en los primeros siglos de su existencia era similar a la palabra que se usaba para denominar “el espíritu de los dioses”, en esa época Japón era profundamente religiosa, que venera a los “espíritus de la Naturaleza”.
“El arte es el hombre agregado a la Naturaleza, a la que él libera, como realidad, como verdad, aun cuando dibuja ladrillos, granito, barras de acero o los arcos de un puente, la preciosa perla que sale a la luz es el alma del hombre”, V. van Gogh (1853/1890).
En una determinada época, fue criticado y calificado como un arte de imitación. Hay sí, una primera fase de aprendizaje que repiten formas, pero luego hay variaciones que se logran a través de la imaginación y la creación. Solo se utiliza papel, hay varios maestros que han creado nuevas y bellas formas consideradas obras de arte.
Fue incorporada como técnica en la escuela inicial con niños que observan la Naturaleza y con sus propias manos recrean sirviendo como soporte en pinturas y collage, transformando animales, plantas u objetos diversos. Origami no es solo destreza de las manos sino también de la mente.
Todas las personas desde el preescolar, adolescencia, jóvenes, adultos mayores se dedican a esta actividad, siendo utilizada tanto en forma educativa como terapéutica (ejemplo fortalecimiento motricidad fina).
Basta tener paciencia, atención, imaginación, concentración, persistencia con una simple hoja de papel.
De: Marta Collazo
Arte-terapeuta (UNA)
martarcollazo@gmail.com