Con nuestro orgullo y arrogancia hemos ido olvidando nuestro verdadero origen, nuestro corazón también lo fue olvidando. Al quedar apartado se fue endureciendo, dejamos de comunicarnos con el todo y sintiéndonos desprotegidos y separados comenzamos a buscar afuera, corriendo hacia lugares remotos.
En la búsqueda eterna del Santo Grial nos fuimos alejando más y más de nuestro interno, de nuestra voz, esa que cada uno de nosotros tiene y se fue debilitando hasta que dejamos de escucharla por el bullicio externo. El ruido externo fue cada vez mayor e intenso, nos fue distrayendo.
Hablar con el Universo sigue disponible para cada uno de nosotros si primero lo hacemos con nosotros mismos, esa es la puerta de entrada. Nada se puede buscar fuera sino está dentro. El mundo externo es solo una imagen de lo que cada uno de nosotros lleva dentro.
Así fue como en el periplo fuimos construyendo templos y santuarios externos para que nos recordaran nuestro origen, pero tampoco fue suficiente.
Lo que no se conquista dentro se sigue buscando afuera y nos aparta inevitablemente.
Si no lo llevamos dentro no lo podemos ver afuera, nada nos colma, nada ni nadie afuera puede llevarte a tu interior.
Así fue como los lugares sagrados se fueron convirtiendo en lugares de paso, de fotos y turistas así fue como el turismo comenzó a ser espiritual. Así fue cómo cada vez más nos alejamos de nosotros mismos.
Solo se puede ver afuera aquello que hemos encontrado dentro y cuando lo encuentras dentro ya no sientes la necesidad de buscarlo afuera porque ya estás completo, ese es el preciso instante donde ya completo comienza una nueva forma de relacionarse no solo con uno mismo sino con el Todo.
Es esa voz que te guía y a la cual te entregás sabiendo que es la única que te llevará hacia tu camino, el encuentro con tu alma, porque nada de lo que compres, construyas, aprendas o logres materialmente puede completarte como la relación contigo.
Disfruta, deja de tener miedo, añoranza o ansiedad, solo conecta, conecta con tu voz.
Ninguna otra es válida.
Vive el proceso de habitarte en silencio, con respeto hacia ti mismo.
Y cuando hayas perdido el miedo de perderlo todo, recién ahí te encontrarás y luego podrás volver al exterior pero resinificando todo.
Patricia Couceiro
Máster en Constelaciones
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