Con la asunción del nuevo Gobierno nacional, Argentina se encamina hacia uno de sus períodos más críticos en materia social y económica. El punto de partida es nada menos que una pobreza monumental, al igual que la indigencia y proyecciones que generan pavor.
El tejido social está roto desde hace mucho tiempo y recomponerlo es también parte de la titánica tarea que nos reclama. Ser argentino implica un ejercicio permanente de estoicismo frente a dirigencias que parecen no estar jamás a la altura, pero la situación actual es tan densa que partimos de un nuevo tipo de fondo y con un nuevo tipo de dirección que promete sacarnos del eterno rumbo de colisión.
Pero para ello será necesario pasar por tiempos verdaderamente desafiantes. Que sea unidos y con empatía.