Luego de la sesión de Yoga permanecemos sentados en la mat respirando suave y profundamente, buscamos la lectura habitual y releemos el párrafo en que el Maestro y Poeta Rabindranath Tagore nos decía décadas atrás: “No podemos vivir si dividimos en dos a Aquel que es la verdad misma, porque si pretendemos realizarlo únicamente en la introspección, dejándolo aparte de nuestra actividad exterior, equilibraremos muy mal nuestra dilatada marcha hacia la Verdad”. Entonces seguimos leyendo: “En el gran continente occidental observamos que el alma del ser humano se preocupa principalmente por extenderse hacia el exterior.
La pugna por el poder es su campo de acción. Sus preferencias se inclinan hacia el mundo de la ‘extensión’, dejando de lado y hasta negando el dominio de la conciencia interna. Tan lejos ha ido en ello que la perfección de lo esencial no le parece que exista en ninguna parte, mientras la ciencia sueña con una evolución sin fin para el mundo. Y esa insistencia en la acción y el ‘devenir’ es la causa de que veamos al Occidente ebrio de poder”.
Y agregaba el Maestro: “No se quiere comprender que el infinito es, al propio tiempo, completo, y que, por una parte, Brahma (el Creador) evoluciona y, por otra, es perfección. Bajo un aspecto es esencia y, bajo otro, es manifestación, ambos a la vez y al mismo tiempo, como la canción y el hecho de cantar”. Pero también advertía que, en Oriente, “el peligro viene de la tendencia opuesta. Nos inclinamos hacia el mundo interior. Quisiéramos realizar a Brahma bajo su aspecto completo, pero únicamente en la meditación.
Decidimos no verlo entre el intercambio del Universo y bajo su aspecto evolutivo. De ahí que encontremos con frecuencia entre nuestros estudiosos el no reconocer ningún lazo con la ley… la conducta se niega a dar explicaciones a la razón y se desvanece en la emoción de una embriaguez extática… dejando de lado las funciones de la ley y las preeminencias de la acción en el mundo exterior. Pero la verdadera espiritualidad…” la veremos en la próxima lectura.
Namasté.
Ana Laborde
Profesora de Yoga
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