Venimos recorriendo el adviento desde hace dos domingos, y la oportunidad de transformación y conversión que este momento nos ofrece.
La transformación personal es inherentemente posible y se basa en la calidad de las relaciones humanas, de allí la importancia de los encuentros y espacios de diálogo.
Luego del autoconocimiento, que nos permite el arte del pensamiento correcto para no malgastar energías y dirigir el entendimiento hacia el camino que conduce a la libertad personal, llega la expansión.
La verdadera transformación personal ocurre en el encuentro con el otro, que puede ser otro ser humano, la naturaleza, o incluso lo divino. Me refiero al encuentro auténtico, esos en los que conectamos directa y profundamente.
Desde esta perspectiva espiritual, la transformación personal no es simplemente un cambio de comportamiento o una mejora superficial, sino un cambio fundamental en la forma en que nos relacionamos con el mundo y con los demás.
La calidad de nuestras relaciones determina en cierta manera la comprensión de nosotros mismos y, por ende, nuestra capacidad de transformación.
La disposición a encontrarse auténticamente con los demás y con lo trascendental es crucial para experimentar una transformación significativa. Este proceso implica dejar de lado las máscaras y los prejuicios para estar verdaderamente presentes en el momento y en la relación.
Y en este momento, quizás estés pensando cosas como: “A esta altura que cambien los demás”, “No soy capaz de hacerlo”,“Yo soy así”,”Eso es muy difícil para mí”, “A mi edad, ya está”.
Si bien son frases que a simple vista parecen inofensivas, si día a día alimentamos a nuestro cerebro con ellas, nos pueden paralizar. Se trata de creencias limitantes. A estar atentos para que no nos condicionen en este tiempo tan propicio para replantearnos todo lo que queremos mejorar. Estamos en un momento de encuentros, la transformación personal es posible a través de encuentros auténticos y significativos.
Estos encuentros no solo nos conectan con los demás y con lo divino, sino que también nos transforman en lo más profundo de nuestro ser.
La espiritualidad, reside en la autenticidad de las relaciones y en la disposición a abrirnos a la posibilidad de transformación.
Aprovechemos este tiempo y profundicemos nuestra espiritualidad, preparemos nuestro corazón para abrazar eso que nos cuesta y transformarlo.
En este domingo: menos expectativas y más gratitud.
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres