“Romper el silencio fue mi salvación”. Delfina Spagnolo, rompió el terror que sufrió en manos de una de las personas que la iban a ayudar a cumplir su sueño de cantar, de crecer, estudiar, desarrollarse. La joven dialogó con PRIMERA EDICIÓN sobre lo que denunció hace pocos días y luego de seis años de tratamiento psicológico. Decidió hacerlo de manera directa para que su dolor se convierta en base para que no duden de las víctimas de acoso y abuso sexual y para que los casos sean escuchados.
El domingo pasado, este Diario publicó su denuncia que está en manos del juez de Instrucción 7, Miguel Mattos y que apunta a un profesor de canto del Parque del Conocimiento como autor de los delitos de abuso y acoso sexual, agravado obviamente por su condición de educador y por ser cometido contra una menor.
Spagnolo brindó una extensa entrevista en la que resumió y destacó varios puntos clave de lo que sufrió: “En 2017 comenzó todo en el Parque del Conocimiento cuando comencé a tomar las clases con este coach vocal que trajo una técnica nueva para la provincia. Yo tenía 17 años y estaba en quinto año del colegio secundario. Para todos él era un tipo muy simpático, muy cercano y amigo de sus alumnos. En las clases la única menor de edad era yo”.
“Todos lo adoraban y magnificaban, destacaban el talento que tenía para la nueva técnica vocal que enseñaba en Posadas -la cual presentaba como ‘Easysing’– . Hasta antes de ese momento lo veía igual, simpático y no dudaba de sus elogios, me repetía: ‘Que bien te vestís, parecés más madura’. Incluso con sus mensajes no dudaba porque me decía que me veía muy tímida y me preguntaba qué necesitaba”.
“El taller se daba dos veces por semana. Una clase en el Parque del Conocimiento y la otra en el Museo Cambas (Villa Sarita). Apenas comencé a ir me llegaron los mensajes y me parecía raro pero pensaba que no rompía el respeto. De igual manera comencé a notar rara la situación cuando me envió un mensaje a la madrugada que yo lo leí recién a la mañana antes de ir al colegio. Ahí me dijo que tuvo un sueño que no me podía contar porque era de índole sexual y me involucraba a mí en esa situación. Decía que le daba vergüenza porque yo era su alumna y yo no debía provocarlo”.
“Patrón de conducta”
La denunciante agregó respecto de cómo fue manipulada psicológicamente: “Después esto se transformó en un patrón de conducta. Acoso constante, culpar a la víctima menor edad. Duró muchos meses, casi un año, desde marzo a diciembre”.
“Insistió después que me iba a servir para romper la timidez, tener más recursos y contactos sociales, un futuro prometedor, me repetía: ‘Vos me provocás’. Comencé a sentir mucho asco, me enviaba esos videos sexuales, de lo que hacía él”.
“Me sentía mal porque no entendía qué había hecho yo para merecer lo que me hacía. Mis compañeros eran todos más grandes, de 30, 40 y 50 años, yo no sabía qué hacer. Yo no quería provocarle nada al profesor ni a nadie, y lo que me hacía era sumamente asqueroso, repulsivo”.
También el dolor se manifestó con reacción físicas: “Desarrollé una reacción física de vómitos y náuseas por estos mensajes. Fueron noches muy fuertes, yo le decía que era su alumna, que eso no estaba bien. Pero él se volvió un manipulador completo y me echaba la culpa (…) Me hacía creer que yo no lo entendía, que él era una persona buena”.
“Me mandaba fotos y video desnudo. Después con mayor perversión me puso entre la espada y la pared para guardar silencio. Me decía: ‘Guardá el secreto porque tu familia qué puede pensar de mí, son muy conservadores y mi amor es genuino’. Yo le repetía que no sentía eso por él y le insistía que no me mandara esas fotos, que yo era su alumna y nada más”.
“Me seguía a la salida de la escuela, yo no me daba cuenta y él me mandaba mensajes diciendo ‘qué lindas esas piernas con esa pollerita’. Y yo sentía miedo, él vivía cerca del colegio y yo me volvía sola a mi casa en colectivo”.
“Sentía mucho miedo por la culpa y porque mis padres me retaran y le dieran la razón. Mientras tanto me atormentaba pensando qué debía hacer para que parara de perseguirme, acosarme”.
Punto límite
El momento de mayor dramatismo, Spagnolo lo reserva en cuanto a profundizarlo pero no lo esquiva: “Lo más grave fue el abuso con acceso carnal. Como pude logré escapar de esa casa”.
“Me preguntan por qué acepté ir a la casa y yo fui porque pensaba que se iba a disculpar y a darme una explicación y no a hacer lo que me hizo después. Además él insistía en que me iba a contar cómo seguir en Buenos Aires porque ya me estaba por ir a estudiar allá y él me iba a hablar de los recursos allá para continuar con mi sueño”.
“Yo quería creerle que todo fue un malentendido, que él no había sido un perverso y que lo que me hizo fue sin querer”.
“Hasta hoy no sé cómo hice para correr a tomar un taxi y poder volver a mi casa. Recordarlo aturde aún hoy. Me llevó mucho trabajo psicológico y mucho tiempo en el que incluso él siguió buscándome. Yo padecí una crisis aguda de depresión y ataques de pánico. Mi familia no entendía qué me sucedía porque yo no podía estudiar y salir del departamento a clases. Hasta que mi hermana intuyó y me insistió hasta que le conté”.
“Rompí la barrera del silencio y las amenazas, yo no podía contar lo que sufrí, sentía asco y borraba los mensajes, me borraba yo de la situación. Romper el silencio fue mi salvación. Fue el primer paso. Hay que hablar cuando no te cierra, cuando algo no te parece bien, bueno hablalo porque un adulto no puede pasar por encima del cuerpo de un niño o un adolescente, sobre la sexualidad del otro ejerciendo la situación de poder”.