El pasado lunes 29 de enero minutos antes de las 13, Miguel Ángel Escalante (33) terminó de almorzar y le dijo a su madre y hermano que se iba al kiosco del barrio a hacer unas compras y que ya volvía. Hasta la fecha Miguel no regresó. Tampoco llegó al comercio donde supuestamente se dirigía y a ninguno de la zona, más precisamente en el barrio Las Tacuaritas II de Garupá (lindante a Fátima).
Miguel padece retraso madurativo y también epilepsia, según su familia jamás se ausentó ni siquiera por varias horas. “Él iba a la plaza o a sentarse en la vereda, o caminaba por las cercanías, pero un ratito y luego regresaba. Como tiene una discapacidad siempre estábamos atentos y para salir siempre pedía permiso. Es sociable y muy respetuoso, nunca fue violento”, cuenta Diego (23), el más chico de sus tres hermanos.
La madre de Miguel, quien tiene 60 años, actualmente se encuentra con su salud muy frágil al igual que su estado de ánimo, debido a la situación que está atravesando de no saber nada de su hijo desde hace (a la fecha de esta publicación), 10 días.
Tras una maratónica búsqueda la familia obtuvo un dato clave: testigos vieron a Miguel ingresar a un monte ubicado cerca del barrio Santa Inés, en Garupá. Es decir, a más de 15 kilómetros de su casa, donde reside junto a su progenitora y su hermano Diego.
Hasta el momento se radicaron dos denuncias ante la policía, una en la comisaría Decimocuarta por jurisdicción y otra en Garupá, debido a la pista antes mencionada. Sin embargo, desde la fuerza le habrían dicho a los parientes de Miguel que “necesitan que baje una orden de un superior para ir a rastrillar en una zona de monte”, una respuesta que fue un golpe bajo para una familia que por estas horas se encuentra desesperada y angustiada por la ausencia de uno de sus integrantes.
Afiches y caminatas
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, Diego agregó que “además de la búsqueda que emprendimos apenas desapareció Miguel Ángel, y donde participamos mi madre, mi hermana, una amiga de la familia y yo, también pegamos afiches en lugares claves de la ciudad, como ser la terminal de ómnibus y semáforos de Garupá. También difundimos en redes sociales e hicimos con Inteligencia Artificial un retrato de cómo se vería mi hermano hoy, con la barba un poco más crecida. Él padece retraso madurativo y epilepsia. Por esta última enfermedad estuvo un tiempo medicado y en tratamiento, pero actualmente no necesitaba, pero porque lo controlábamos en casa. Tampoco descartamos que pueda llegar a necesitar remedios para esa afección”.
“El primer dato que tuvimos el día que desapareció y cuando comenzamos a buscarlo es que lo vieron a las 16 en el santuario de ‘San La Muerte’, en Garupá, a unos mil metros de la ruta provincial 105. El miércoles 31 de enero nos dijeron unos testigos que lo vieron caminando y solo en el barrio Santa Inés”.
“Esas personas nos afirmaron que lo vieron entrar a un monte y que de ahí no salió más, como que fue y volvió y no salió más”, resumió Diego respecto a las dos pistas fehacientes que tienen hasta ahora del paradero de su hermano. “Yo recorrí personalmente los barrios Las Colinas, La Esperanza, La Calandria, El Chogüí… y nada. De más está decir que también fuimos a comisarías, guardias de hospitales. Pero tenemos el presentimiento de que Miguel está en la zona de Santa Inés, de ahí no salió”, afirmó esperanzado.
El día que lo vieron por última vez Miguel vestía un conjunto de gimnasia de color gris oscuro con capucha, zapatillas deportivas azules y con una franja naranja flúor en la parte de atrás. Tenía la barba de varios días y tiene un problema en uno de sus ojos que le impide ver con normalidad.
La familia difundió un teléfono celular para quienes sepan algo y puedan aportar información sobre Miguel Ángel: 3764-773721.